Mínima de Daimiel (1925-1956)
La Venerable Sierva de Dios Sor Consuelo Utrilla
Lozano del Corazón Inmaculado de María nació el 6 de septiembre de 1925 en
Daimiel (Ciudad Real), y dejó esta vida terrena el 9 de diciembre de 1956. Ella
es una de estas jóvenes generosas que no solamente abrió su corazón a Cristo,
sino que se entregó en totalidad a Él en la vida consagrada de las Monjas
Mínimas, contemplativas orantes y penitentes, fundadas por San Francisco de
Paula.
Visión de san Francisco de Paula, Bartolomé Esteban Murillo. S. XVII
Sor Consuelo viene a formar parte de la aureola
de santidad de la Iglesia que no cesa de iluminar a los que aún peregrinamos
hacia la Patria definitiva.
Daimiel (La Mancha, Ciudad Real, España)
"Hábleme de Dios"
En la etapa de su niñez y adolescencia, marcada
hondamente por la ausencia materna, su orfandad la llevará a ponerse en manos
de María, en quien encuentra la mejor de las Madres. Ella será su camino para
ir a Jesús.
Consuelito con 5 años
Consuelito es jovial, viva y transparente. Hay
algo en ella que la distingue de las demás niñas de su edad; un ‘algo’
misterioso y divino que fluye espontáneamente al exterior y nos revela el don
recibido de su particular inclinación hacia las cosas de Dios. Antes de hacer
su primera comunión se quiso unir a las niñas que se preparaban para recibirla
ese año a fin de conocer más a Jesús.
Ya en el comienzo de su adolescencia se
acrecienta este peculiar deseo. Es significativo cómo a la edad de 13-14 años,
de excursión con el colegio, en uno de los momentos de juego, ella se queda
junto al Padre Marcial García C.P. que las acompañaba, y al preguntarle éste
por qué no iba a jugar con las demás compañeras, le responde: "Usted,
hábleme de Dios".
¿De dónde le arranca ese deseo? Su amor
entrañable a la Virgen. No podía imaginar Sor Consuelo lo que su fidelidad al
impulso de esta gracia, iba a suponer para ella, para cuantos la conocieron y
para los que ahora palpamos su intercesión.
"Quiero ser santa y una santa joven"
Consuelito de niña.
Llegada la etapa juvenil, se acrecienta en la
joven Consuelo un vivísimo deseo por alcanzar la santidad lo antes posible. Su
singular espontaneidad al respecto es admirable: "Quiero ser santa y
una santa joven".
A medida que crecía en edad, se desarrollaba ese
‘algo’ que la caracterizaba entre los demás, sin ruidos ni apariencias
extrañas, en la más absoluta sencillez. Su rica personalidad, con los dones
naturales y sobrenaturales que de Dios recibió, sirvió de base para que Él
hiciese su labor de santificación.
Consuelo amaba intensamente al Señor, sólo de Él
podía llenarse, de ahí su ardiente deseo por alcanzarle, deseo que ella misma
expresaba con el impulso de su corazón juvenil: "No me conformaré con
ir despacio; he de ir deprisa por el camino de la perfección".
El amor a Dios y el empeño constante por la
santidad fueron forjando en la joven Consuelo un espíritu firme, recio y
decidido. Es el momento de la determinación definitiva, de la opción
fundamental. Consuelo centra su mirada en Aquel que plenifica su ser. Desde su
relación personal con Cristo va descubriendo que Él la quiere para Sí, se sabe
elegida y nota en su profundidad la exigencia de respuesta de vivir sólo para
Él y opta libremente por abandonar todo para abrazar a quien es TODO.
Es ahora cuando ese ‘algo’ divino y misterioso
comienza a definirse en nuestra joven mínima y la impulsa a entregarse al Amor.
Dios ha puesto en ella un deseo patente de santidad que poco a poco va
impregnando toda su vida. La respuesta está pronta: "la belleza y la
juventud han de ser para Dios", ¿qué esperar?
"Lo importante es Gastarse por
Cristo"
La venerable con una imagen del Niño Jesús
No es una frase hecha, es una vivencia personal.
Son palabras que reflejan y manifiestan toda una vida de entrega y fidelidad
constante.
Sor Consuelo de Novicia
Es la última etapa de su corta existencia
terrena. Es el culmen de su entrega total. Consuelo, radiante de felicidad,
abraza la vida Mínima de San Francisco de Paula porque quiere entregarse a
Cristo en pobreza y austeridad.
Tras su vida sencilla, humilde, pobre y penitente
en el camino de la ‘minimez’, vive con radicalidad su opción por el amor a
Cristo a través de María. Con su forma propia de ser supo empeñarse en el
camino de la santidad sin otro objetivo que gastarse por Cristo y por los demás.
La venerable rezando a la Madre, la Inmaculada Concepción
Sor Consuelo, abierta plenamente a la acción del
Divino Espíritu, <decía muchas veces: "Que el Señor haga en dos años
lo que ha de hacer en veinte". Y el buen Padre Dios escuchó su
oración. El año 1954, Año Mariano, fue para S. Consuelo un año lleno de
gracias, preludio de aquellos "dos" en que el Señor habría de obrar
en ella lo que en otras personas obra en "veinte". En efecto, el día
22 de agosto de este mismo año, festividad entonces del Inmaculado Corazón de
María, S. Consuelo hizo su ofrecimiento victimal a Dios por manos de María como
pequeña hostia sonriente> (Crónica Años 1627-1956, Monasterio Ntra. Sra. de
la Victoria - Daimiel, Libro II, p. 230). Dos años de enfermedad purificadora
en el cuerpo y en el espíritu la llevarán a la configuración con Cristo
Crucificado. No se notaba nada especial en ella, pero lo cierto es que no se
conformó con caminar, sino que quiso volar hacia la santidad y el Señor aceptó
su generosidad.
Sor Consuelo un Cristo Crucificado
La radicalidad del lema de Sor Consuelo tiene su
fuerza precisamente en que es un grito, un deseo hecho vida, y la realidad de
un alma que ha experimentado la lucha diaria, que se ha tomado en serio la
santidad, que probada por la enfermedad acrecienta heroicamente este deseo, que
no cesa en su empeño y que se convierte finalmente en un auténtico testigo de
Cristo.
Sor Consuelo con una de las hermanas.
Sor Consuelo con su comunidad de Daimiel
A los treinta y un años concluyó su peregrinación
terrena, con sólo nueve años de permanencia en el monasterio. Pasados treinta y
nueve años de su partida a la Casa Paterna, recibe de la Congregación para la
Causa de los Santos el reconocimiento de haber vivido las virtudes evangélicas
de una forma heroica a través del Decreto ‘Super Virtutibus’, que el Papa Juan
Pablo II aprobó e hizo público el 15 de diciembre de 1995.
Comunidad de mínimas de Daimiel
Realmente supo "¡Gastarse por
Cristo!"
Para comunicar gracias, favores,... o conseguir, estampas, artículos, libros,..:
Madres Mínimas
Monasterio Ntra. Sra. de la Victoria
C/
Mínimas, 13
C.P. 13250 Daimiel (Ciudad Real, ESPAÑA)
Teléfono
926.850357
e-mail:
minimasdaimiel@minimas.org
http://www.minimas.org/huella.aspx?t=1&h=1&id=4http://unaexperienciavocacional.com/index.php/galeria-2/sor-consuelo
http://www.santaisabelysanjoaquin.org/minimos/Menu/Sor%20Consuelo.html
Uno de sus libros:
No hay comentarios:
Publicar un comentario