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jueves, 8 de mayo de 2014

Venerable Consuelo del Inmaculado Corazón de María Utrilla Lozano


Mínima de Daimiel (1925-1956)

La Venerable Sierva de Dios Sor Consuelo Utrilla Lozano del Corazón Inmaculado de María nació el 6 de septiembre de 1925 en Daimiel (Ciudad Real), y dejó esta vida terrena el 9 de diciembre de 1956. Ella es una de estas jóvenes generosas que no solamente abrió su corazón a Cristo, sino que se entregó en totalidad a Él en la vida consagrada de las Monjas Mínimas, contemplativas orantes y penitentes, fundadas por San Francisco de Paula.
                                     Visión de san Francisco de Paula, Bartolomé Esteban Murillo. S. XVII

Sor Consuelo viene a formar parte de la aureola de santidad de la Iglesia que no cesa de iluminar a los que aún peregrinamos hacia la Patria definitiva.
                                                  Daimiel (La Mancha, Ciudad Real, España)

"Hábleme de Dios"

En la etapa de su niñez y adolescencia, marcada hondamente por la ausencia materna, su orfandad la llevará a ponerse en manos de María, en quien encuentra la mejor de las Madres. Ella será su camino para ir a Jesús.
                                                              Consuelito con 5 años

Consuelito es jovial, viva y transparente. Hay algo en ella que la distingue de las demás niñas de su edad; un ‘algo’ misterioso y divino que fluye espontáneamente al exterior y nos revela el don recibido de su particular inclinación hacia las cosas de Dios. Antes de hacer su primera comunión se quiso unir a las niñas que se preparaban para recibirla ese año a fin de conocer más a Jesús.

Ya en el comienzo de su adolescencia se acrecienta este peculiar deseo. Es significativo cómo a la edad de 13-14 años, de excursión con el colegio, en uno de los momentos de juego, ella se queda junto al Padre Marcial García C.P. que las acompañaba, y al preguntarle éste por qué no iba a jugar con las demás compañeras, le responde: "Usted, hábleme de Dios".

¿De dónde le arranca ese deseo? Su amor entrañable a la Virgen. No podía imaginar Sor Consuelo lo que su fidelidad al impulso de esta gracia, iba a suponer para ella, para cuantos la conocieron y para los que ahora palpamos su intercesión.

"Quiero ser santa y una santa joven"

 
Consuelito de niña.

Llegada la etapa juvenil, se acrecienta en la joven Consuelo un vivísimo deseo por alcanzar la santidad lo antes posible. Su singular espontaneidad al respecto es admirable: "Quiero ser santa y una santa joven".
A medida que crecía en edad, se desarrollaba ese ‘algo’ que la caracterizaba entre los demás, sin ruidos ni apariencias extrañas, en la más absoluta sencillez. Su rica personalidad, con los dones naturales y sobrenaturales que de Dios recibió, sirvió de base para que Él hiciese su labor de santificación.


Consuelo amaba intensamente al Señor, sólo de Él podía llenarse, de ahí su ardiente deseo por alcanzarle, deseo que ella misma expresaba con el impulso de su corazón juvenil: "No me conformaré con ir despacio; he de ir deprisa por el camino de la perfección".

                                                                                        Consuelo de joven.

El amor a Dios y el empeño constante por la santidad fueron forjando en la joven Consuelo un espíritu firme, recio y decidido. Es el momento de la determinación definitiva, de la opción fundamental. Consuelo centra su mirada en Aquel que plenifica su ser. Desde su relación personal con Cristo va descubriendo que Él la quiere para Sí, se sabe elegida y nota en su profundidad la exigencia de respuesta de vivir sólo para Él y opta libremente por abandonar todo para abrazar a quien es TODO.

                     Fachada e iglesia conventual del Monasterio de Ntra. Sra. de la Victoria de monjas mínimas de Daimiel.

Es ahora cuando ese ‘algo’ divino y misterioso comienza a definirse en nuestra joven mínima y la impulsa a entregarse al Amor. Dios ha puesto en ella un deseo patente de santidad que poco a poco va impregnando toda su vida. La respuesta está pronta: "la belleza y la juventud han de ser para Dios", ¿qué esperar?

"Lo importante es Gastarse por Cristo"

                                                                     La venerable con una imagen del Niño Jesús

No es una frase hecha, es una vivencia personal. Son palabras que reflejan y manifiestan toda una vida de entrega y fidelidad constante.
                                                                                     Sor Consuelo de Novicia

Es la última etapa de su corta existencia terrena. Es el culmen de su entrega total. Consuelo, radiante de felicidad, abraza la vida Mínima de San Francisco de Paula porque quiere entregarse a Cristo en pobreza y austeridad.

Tras su vida sencilla, humilde, pobre y penitente en el camino de la ‘minimez’, vive con radicalidad su opción por el amor a Cristo a través de María. Con su forma propia de ser supo empeñarse en el camino de la santidad sin otro objetivo que gastarse por Cristo y por los demás.

                                      La venerable rezando a la Madre, la Inmaculada Concepción

Sor Consuelo, abierta plenamente a la acción del Divino Espíritu, <decía muchas veces: "Que el Señor haga en dos años lo que ha de hacer en veinte". Y el buen Padre Dios escuchó su oración. El año 1954, Año Mariano, fue para S. Consuelo un año lleno de gracias, preludio de aquellos "dos" en que el Señor habría de obrar en ella lo que en otras personas obra en "veinte". En efecto, el día 22 de agosto de este mismo año, festividad entonces del Inmaculado Corazón de María, S. Consuelo hizo su ofrecimiento victimal a Dios por manos de María como pequeña hostia sonriente> (Crónica Años 1627-1956, Monasterio Ntra. Sra. de la Victoria - Daimiel, Libro II, p. 230). Dos años de enfermedad purificadora en el cuerpo y en el espíritu la llevarán a la configuración con Cristo Crucificado. No se notaba nada especial en ella, pero lo cierto es que no se conformó con caminar, sino que quiso volar hacia la santidad y el Señor aceptó su generosidad.
                                                                            Sor Consuelo un Cristo Crucificado

La radicalidad del lema de Sor Consuelo tiene su fuerza precisamente en que es un grito, un deseo hecho vida, y la realidad de un alma que ha experimentado la lucha diaria, que se ha tomado en serio la santidad, que probada por la enfermedad acrecienta heroicamente este deseo, que no cesa en su empeño y que se convierte finalmente en un auténtico testigo de Cristo.

                                              Sor Consuelo con una de las hermanas.

 Sor Consuelo con su comunidad de Daimiel

A los treinta y un años concluyó su peregrinación terrena, con sólo nueve años de permanencia en el monasterio. Pasados treinta y nueve años de su partida a la Casa Paterna, recibe de la Congregación para la Causa de los Santos el reconocimiento de haber vivido las virtudes evangélicas de una forma heroica a través del Decreto ‘Super Virtutibus’, que el Papa Juan Pablo II aprobó e hizo público el 15 de diciembre de 1995.
                                                      Comunidad de mínimas de Daimiel
 Realmente supo "¡Gastarse por Cristo!"

                                                    Sor Consuelo el día de su partida al cielo





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Madres Mínimas
Monasterio Ntra. Sra. de la Victoria
C/ Mínimas, 13  
C.P. 13250  Daimiel (Ciudad Real, ESPAÑA)
Teléfono 926.850357
http://www.minimas.org/huella.aspx?t=1&h=1&id=4
http://unaexperienciavocacional.com/index.php/galeria-2/sor-consuelo
http://www.santaisabelysanjoaquin.org/minimos/Menu/Sor%20Consuelo.html

Uno de sus libros:

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