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lunes, 29 de abril de 2013
Beata Ana de San Bartolomé
La Beata Ana de San Bartolomé se llamaba Ana García Manzanas y nació en Almendral de la Cañada (Toledo) el 1 de octubre de 1549. Era la quinta hija de María Manzanas y Hernan García. A los nueve años perdió a su madre y, un año después, a su padre. Pronto sintió vocación religiosa, pero sus hermanos no apoyaron su decisión de ser carmelita y por ello sufrió grandes contradicciones que repercutieron sobre su salud, llegando a enfermar gravemente. Entonces sus hermanos ofrecieron una novena al apóstol San Bartolomé por su curación y el día de su fiesta, 24 de agosto de 1570; al entrar en una ermita dedicada a su advocación cercana a su pueblo, se curó repentinamente.
Almendral de la Cañada (Toledo) . Pueblo natal de la beata Ana de san Bartolomé
En gratitud al Apóstol que ella consideró siempre su gran intercesor le eligió para su nuevo nombre de carmelita descalza. Profesó en el convento de San José de Ávila el día 2 de noviembre de 1570 mientras Santa Teresa estaba fundando en Salamanca. Fue la primera hermana de velo blanco, freila o lega que Teresa de Jesús admitió en su primer Carmelo, cuna de su Reforma. Unos meses después tuvo lugar el primer encuentro entre ellas y, desde ese instante, se estableció una especial corriente de empatía que duró hasta el fin de sus vidas.
Convento de san José de Ávila, primera fundación de santa Teresa de Jesús, cuna de la reforma y donde la beata ingresó en 1570.
En la Navidad de 1577 Santa Teresa se rompió el brazo izquierdo y Ana de San Bartolomé se convirtió en su compañera inseparable: fue su cocinera, su enfermera, su secretaria, su confidente y su apoyo en las últimas fundaciones: realmente su sombra. Hasta tal punto la quiso y la valoró Santa Teresa que, el 4 de octubre de 1582, cuando sintió que llegaba la hora de su muerte, la reclamó junto a sí para morir entre sus brazos, convirtiéndose en su heredera espiritual.
En los brazos de la beata Ana pasó a ver a su Esposo, Santa Teresa de Jesús, el 4 de octubre de 1582. Fotograma de la serie de TVE de 1982.
En 1604 fue reclamada para implantar el Camelo Teresiano en Francia. En 1605 fundó el Carmelo de Pontoise y fue elegida priora del de París; en 1608 fundó el Carmelo de Tours, y en 1612, reclamada por la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y entonces Soberana de los Países Bajos, llegó a Flandes para fundar el Carmelo de Amberes, del que fue priora hasta su muerte. La Infanta siempre mostró un gran aprecio por esta hija predilecta de Santa Teresa y pronto Ana de San Bartolomé se convirtió en su fiel amiga y consejera. En Amberes vivió la Beata las felices noticias de la Beatificación y Canonización de Teresa de Jesús, y fue ella quien primero dedicó en el mundo un Carmelo a la advocación de su Santa Madre; así, el Carmelo de Amberes se llamó desde entonces de Santa Teresa y San José.
Carmelo de Amberes (Bélgica). De todas las fundaciones en Francia surgieron las flores de la beata María de la Encarnación (Mme Acarie), Santa Teresa del Niño Jesús o de la Beata Isabel de la Trinidad o de las Beatas Carmelitas descalzas mártires de Compiegne, entre otras.
En Flandes vivió Ana de San Bartolomé los últimos años de su vida con gran fama de santidad, que, al igual que le ocurrió a Santa Teresa en Castilla, la envolvió sin ella poderlo evitar. Todo tipo de personas, desde los humildes campesinos hasta las gentes de más alta alcurnia, acudían a su Carmelo para pedirle su consejo y su bendición. Fue consejera y amiga de los soldados y generales de los famosos Tercios de Flandes que recurrían a ella para implorar su bendición y prender unas letras suyas en la coraza como salvaguarda y protección en la batalla. En dos ocasiones se consideró vencido el peligro de que las huestes protestantes, al mando del príncipe Guillermo de Nassau, invadieran Amberes gracias a la intercesión de Ana de San Bartolomé, que, alertada interiormente de que algo grave ocurría, despertó a las carmelitas en plena madrugada para acudir al coro a rezar. De estos episodios extraordinarios se hicieron las declaraciones y diligencias oportunas y el Obispo de Amberes la proclamó en vida Libertadora de Amberes. Su iconografía más divulgada reproduce la escena de su ferviente oración por la ciudad.
Estos acontecimientos extraordinarios acrecentaron de forma imparable la fama de su santidad por toda Europa. A principios de 1626 se agravó su delicado estado de salud y tan sólo la preocupaba morir en paz sin ruido ni barhaúnda, ya que cada vez que empeoraba, la Infanta mandaba a su médico personal a atenderla y toda la corte se preocupaba. El 19 de marzo murió su querida prima Francisca y esta noticia apagó aún más su vida. En el último tramo pedía a sus hijas que le cantasen los versos de su querido San Juan de la Cruz ¿Adónde te escondiste Amado? Al fin se cumplió su deseo y cuando el 4 de junio tuvo una recaída no pareció de gravedad. Pero unos días después empeoró y, ante su inminente muerte, con gran serenidad pidió una reliquia de su querida madre Teresa de Jesús. Murió como ella quiso, rodeada de sus hijas y sin llamar la atención, el atardecer del domingo 7 de junio de 1626, festividad de la Santísima Trinidad, misterio del que era muy devota. Pero no pudo impedir que cientos de personas de toda condición social se acercasen hasta su querido Carmelo para venerarla como una santa. El confesor de la Infanta, el agustino fray Bartolomé de los Ríos, ofició dos funerales: uno en Amberes, antes de su entierro, ante el Obispo y todas las autoridades, y otro en la catedral de Bruselas, presidido por la Infanta, que quiso ofrecer un solemne funeral en memoria de su gran amiga y consejera. Pronto se sucedieron los milagros -el primero de ellos tuvo lugar el mismo día de su muerte- y la Infanta Isabel Clara Eugenia, junto con la reina María de Médicis fueron grandes impulsoras del Proceso de Canonización. Curiosamente uno de los dos milagros valorados para su beatificación fue la curación instantánea por imposición de su capa blanca a la reina María de Médicis en 1633; el otro fue la curación de un fraile carmelita del convento de Amberes en 1731. Reyes, príncipes y rectores de las más importantes universidades enviaron al Papa cartas solicitando su pronta beatificación, pero, a pesar de los numerosos milagros, el proceso se alargó interminablemente en el tiempo, en gran parte por las circunstancias políticas que atravesó Flandes hasta que en 1830 se constituyó el reino católico de Bélgica. Al fin el 6 de mayo de 1917, en plena Primera Guerra Mundial, culminó el proceso y el papa Benedicto XV beatificó a esta ilustre carmelita toledana expresando en el Breve su satisfacción por elevar al honor de los altares a la compañera inseparable de Santa Teresa a quien ella ya había canonizado en vida cuando decía: Ana, Ana, tú eres la santa, yo tengo la fama. En la solemne ceremonia, celebrada en el interior de la Basílica de San Pedro, Ana de San Bartolomé fue invocada como defensora de la Paz.
Las reliquias de la beata Ana en un cofre de oro, en la Catedral de Amberes (Bélgica)
Para dirigirse: Canonización Ana de San Bartolomé
MM Carmelitas Descalzas
c/ Santa Teresa de Jesús, 16
47400 Medina del Campo (Valladolid)
Tel. 983 801 265
Caja Madrid 2038 1023 70 6000631061
Existe una asociación dedicada a darla a conocer y promover su canonización abrir la pag. web: http://www.anadesanbartolome.org/
http://preguntasantoral.blogspot.com.es/2014/06/beata-ana-de-san-bartolome-tambien.html
Venerable Ana de San Agustín
En Valladolid y a once días
del mes de diciembre del año 1555, nació nuestra Venerable Ana de San Agustín. Después
de una niñez, pasada en la adquisición y práctica de sólidas virtudes cristianas que
el Niño Jesús, de cuyas apariciones frecuentemente gozaba, iba sembrando en el corazón
de su amada Esposa, el mismo Divino Niño la llamó a la Orden de su Madre con estas
palabras: Esta ha de ser tu vocación.
Algún tiempo tardó la
Venerable en llevar a feliz término el llamamiento del cielo; y aun llegaron a enfriarse
sus grandes fervores, hasta que, un Domingo de Ramos, mientras asistía a los divinos
oficios, vio que una imagen de Cristo fijaba en ella los ojos, al mismo tiempo que le
decía: Todos me dejáis; palabras que del todo le trocaron el corazón y
convirtieron sus ojos en dos fuentes de lágrimas.
Fidelísima a la gracia de
Dios, abandonó el mundo, ingresando en el Convento de Carmelitas Descalzas de Malagón,
donde vistió el hábito de la Descalcez el 3 de Mayo de 1577, a los veintiuno de edad,
profesando el 4 de mayo del siguiente año.
Convento de las Carmelitas descalzas de Malagon, fundación de Santa Teresa de Jesús y donde la venerable ingresó.
En este nuevo estado
subieron de punto y adquirieron nuevos realces sus virtudes. Designada por Dios para
compañera de Santa Teresa en la fundación de Villanueva de la Jara, partieron con otras
religiosas para dicha villa, a donde llegaron el 21 de febrero de 1580. Aquí fue donde,
como en campo anchuroso y vastísimo, extendiéronse más y más las heroicas virtudes que
atesoraba aquel virginal corazón. Todas las virtudes, carismas y dones celestiales parece
porfiaban entre sí por adueñarse y campear en su seráfico pecho; razón por la cual se
hace muy difícil el resaltar sobrepujanzas donde todos eran admirables y
aventajadísimos. No obstante, resplandecen muy particularmente en la Venerable una fe muy
vivísima y confiada y un amor intensísimo y abrasador de Dios y del prójimo. Bastará
recordar, por lo que atañe a la primera, aquellas palabras suyas que, preguntada cómo se
portaba con Dios para obligarle a que le concediese cuanto le pedía, respondió: Teniendo
mucha fe. Yo no me canso con su Majestad en pedirle muchas veces una misma cosa, porque
desde la primera súplica echo toda la fe, y con eso se negocia presto.
Convento de las Carmelitas descalzas de Villanueva de la Jara (Cuenca), que participó de su fundación junto a la doctora de la Iglesia.
En cuanto a la segunda,
valga por todo encarecimiento, traer a la memoria de aquel hecho, ocurrido cierta noche de
una Semana Santa, cuando, al encontrar la Venerable en su celda y viendo en un rincón de
ella a Cristo, muy llagado y pesaroso, le preguntó, con estilo y ternura que únicamente
los santos pueden usar y sentir: ¡Señor! ¿Cómo estáis aquí de esta manera? A
lo cual le respondió Jesucristo: Mira cómo me tratan los hombres: aquí vengo a
descansar contigo.
En este continuado ejercicio
de todas las virtudes transcurrieron los muchos años de su vida religiosa, regalada de
Dios con dones del cielo, admirada de los ángeles, reverenciada de propios y extraños y
aclamada del pueblo como santa, hasta que llegó la hora de su preciosa muerte, acaecida
el 11 de diciembre de 1624.
Incoado el proceso de su
beatificación, interrumpido por las aciagas vicisitudes de los tiempos, fueron declaradas
heroicas sus virtudes por la Santidad de Pío VI el 15 de diciembre de 1776.
Título: "La Venerable
de la Mancha. Vida de Ana de San Agustín".
Autor: Vicente Martínez-Blat
Páginas: 292
Editorial: Edibesa
ISBN: 978-84-8407-867-8
Autor: Vicente Martínez-Blat
Páginas: 292
Editorial: Edibesa
ISBN: 978-84-8407-867-8
Carmelitas Descalzas
c/ Santa Teresa, 2
16230 Villanueva de la Jara (Cuenca) ESPAÑA
16230 Villanueva de la Jara (Cuenca) ESPAÑA
Correo
electrónico:
El cuerpo de la Venerable
Madre Ana de San Agustín yace INCORRUPTO en la iglesia conventuali
Para dirigirse:MM Carmelitas Descalzas
Convento de Santa Ana
C/ Santa Teresa de Jesús, 2
C.P. 16230 Villanueva de la Jara (Cuenca)
e-mail: carmelojara@yahoo.es
Para más información: http://webcatolicodejavier.org/AnaDeSanAgustin.html
a
del Convento.
Venerable Ana de Jesús
La Venerable Ana de Jesús nace en Medina del Campo, el 25 de noviembre de 1545; hija de
hidalgos, Don Diego de Lobera y doña Francisca de Torres.
A los pocos meses de nacer, muere su padre y a los nueve años su madre, por
lo que ella y su hermano Cristóbal, - que más tarde, entrará con los Jesuitas-
quedan bajo la tutela de su abuela materna.
Joven hermosa, inteligente, con una inclinación religiosa bastante fuerte,
pronto se verá acosada por su abuela que quiere casarla, por lo que decide irse
a Plasencia con su hermano, a casa de su abuela paterna. No tardará en
repetirse la misma situación, aunque ahora ya no tiene a donde ir, por lo que
desde 1560 a 1570, que es cuando ingresa en el Carmelo, intenta vivir una vida
de oración y penitencia, dedicándose a las mujeres enfermas, haciendo limosnas,
labores para la Iglesia… en 1561 hizo voto de “entrar en religión”.
Es adoctrinada por los P.P. Jesuitas, especialmente por el P. Pedro
Rodríguez, quien al conocer las fundaciones de Santa Teresa, en 1569, pone en
contacto a Dña. Ana con la M. Teresa, ingresando el 31 de Julio de 1570 en el
Monasterio de Avila.
Desde primera hora, Santa Teresa se da cuenta de los dones que posee,
convivió con ella los primeros años de su formación carmelitana y hace su
Profesión Religiosa el 22 de Octubre de 1571.
Muy pronto le encomendará cargos de mucha responsabilidad. Cuatro años de Maestra de Novicias en Salamanca; Ocho de Priora en Beas; en 1582, junto a San Juan de la Cruz, llevará a cabo la fundación de Granada, en la que permanecerá al frente del priorato hasta 1586, que fundará en Madrid, el Carmelo de Santa Ana, tan ansiado por Sta. Teresa.
Muy pronto le encomendará cargos de mucha responsabilidad. Cuatro años de Maestra de Novicias en Salamanca; Ocho de Priora en Beas; en 1582, junto a San Juan de la Cruz, llevará a cabo la fundación de Granada, en la que permanecerá al frente del priorato hasta 1586, que fundará en Madrid, el Carmelo de Santa Ana, tan ansiado por Sta. Teresa.
Fue aquí, donde trabajó mucho para hacer la primera edición de las obras de
Santa Teresa (1588) y tuvo que defender el espíritu de la Santa contra las
ideas del P. Doria y su Consulta, siendo esto causa de persecución y castigo,
que la llevó a Salamanca en 1594, donde fue elegida Priora en 1596.
En 1604, junto a la B. Ana de San Bartolomé y cuatro carmelitas más,
marchan a Francia, conducidas por Pedro Bérulle, y fundan en Paris(1604) y en
Pontoise y Gijón (1605).
Algunas diferencias con Bérulle respecto al estilo de vida carmelitana y su
deseo de ser dirigida por los Carmelitas Descalzos, hacen que la M. Ana de
Jesús, acepte la invitación de los archiduques de Bélgica a ir a Flandes, donde
fundó en Bruselas, Lovaina y Mons (1607).
Muere en Bruselas, el 4 de Marzo de 1621 después de grandes sufrimientos
físicos y morales.
Su causa de Beatificación se inició inmediatamente después de su muerte.
Una vez cumplidos los procesos Ordinarios, la causa
fue introducida en Roma el 2 de Mayo de 1878 y el 2 de Mayo de 1885 fueron
aprobados sus escritos, sus cartas espirituales, que rebelan su profunda vida
interior y su prudencia. Para dirigirse: Monastère du Carmel, 22, Rue de Lausanne, 1060 Bruxelles, BELGIUM
o Ordine dei Carmelitani Scalzi, Postulación General, Corso d'Italia, 38, 00198 Roma, ITALIA
jueves, 25 de abril de 2013
Venerable Mª Juana Guillén Ramírez
Leonor Juana Guillén Ramírez, hija de Honorato Guillén y Ana Ramírez, nació
el 27 de diciembre de 1575 en Orihuela y fue bautizada el 28 del mismo mes en
la parroquia de Santiago de Orihuela. A los cinco años quedó huérfana de padre;
y ya a los siete años se aficionó a la oración. A pesar de algunas propuestas
matrimoniales, estaba convencida de su devoción y cuando tenía 21 años pensó en
la elección de la orden religiosa. Su preferencia era la de Santo Domingo, pero
no había dominicos en Orihuela; entonces estuvo a punto de entrar en las
Clarisas, pero finalmente no lo hizo sin que se sepan los motivos.
El año 1592 llegaron a Orihuela las Agustinas de Bocairente y allí, a los 22
años, profesó. Vistió el hábito el 18 de mayo de 1597 y optó por el nombre de
sor María Juana Guillén. Cuatro años después fue elegida maestra de novicias.
Sor María Juana, muy aficionada a la Sagrada Escritura, dedicó su vida a
escribir a sus directores espirituales. Comprendía el latín y le gustaba
especialmente la lectura de los Profetas, los Salmos, de los Evangelistas
(sobre todo San Juan) y el Cantar de los Cantares. Durante los dos últimos años de su vida vivió en la
obediencia, en la penitencia y en el ejercicio de la caridad. Murió el 2 de
junio de 1607 en Orihuela.
En su muerte se incoó el proceso para la causa de beatificación.
Posteriormente, el 19 de noviembre de 1970 el Papa Pablo VI declaró heroicas
las virtudes de la sor. Y el agustino José Agustín Fariña (1991) le escribió
una Novena.
Iglesia conventual de las MM . Agustinas de Orihuela (Alicante) España.
Palau (1951, vol. XXVI, p. 411) incluyó una “Vida de la V.M. Juana Guillén,
religiosa agustina arreglada de la que escribió el P. Macebón, por un religioso
de la misma Orden, Madrid, 1894, 4º”. Hay otras biografías como la de Carlos
Alonso (1972); la de J. Serafín de la Hoz (1990?); y la del agustino José
Agustín Fariña Castro (1991). Fariña (1991, p. 48) también menciona un tal P.
Loiódice con una Vita della V.M. Suor Maria Giovanna Guillén.
Sor Juana Guillén escribió:
-Cartas a sus confesores, que el padre Gaspar Mancebón recogió en la Vida de
la Venerable Madre Sor Juana Guillén, impresa por Felipe Mey (1617) en el
convento de San Agustín en Orihuela.
Como hecho curioso, cabe decir que existía una estatua de la religiosa hecha
en Barcelona unos años antes de la Guerra Civil, pero que fue destruida en
Orihuela durante la guerra; ahora se conserva una fotografía de la estatua en
su convento. También se conserva una fotografía de un cuadro destruido durante
la Guerra Civil, que sirvió de inspiración a Asunción Signes para realizar la
pintura “Aparición del Señor a la Venerable en el sendero de los mirtos de la
huerta del Convento”.
Para más información:
Monjas Agustinas
Monasterio de San Sebastián
Plaza San Sebastián, 6
Código Postal 03300 Orihuela, (Alicante) España
Teléfono 965300895
Email mmagustinas@gmail.com
jueves, 4 de abril de 2013
Beata Mariana de Jesús
Estatua en la Catedral de la Almudena de Madrid
María Ana Navarro de Guevara y Romero, o Mariana de Jesús (Madrid, 1565- 1624) fue una religiosa
española de
la Orden de la Merced, venerada por la Iglesia Católica como beata. No debe
confundirse con santa Mariana de Jesús, religiosa ecuatoriana del
siglo XVII llamada La Azucena de Quito; ni con Ana
de Jesús, religiosa vallisoletana de finales del siglo XVI en proceso de
beatificación.
Vida
La futura beata nació en Madrid el 17 de enero de 1565, en el seno de una
familia acomodada que se relacionaba con los círculos cortesanos. Su padre era
peletero al servicio del rey Felipe II.
Mariana se sintió atraída muy pronto por la vida religiosa. A la edad de 22
años ya tenía la firme determinación de ingresar en un convento, a pesar de la
rotunda oposición de su padre (quien, viudo tempranamente, había contraído
segundas nupcias) y su madrastra, que tenían concertado su matrimonio con un
joven. Sin embargo, de poco sirvieron los intentos de los progenitores por
apartarla de su vocación. La leyenda dice que llegó a desfigurarse el rostro y
cortar sus cabellos con el fin de verse rechazada por su prometido.
En 1598 se
retiró como penitente a la ermita de santa Bárbara de la capital del reino,
ayudada por fray Juan del Santísimo Sacramento, religioso mercedario, y otras
personas piadosas. En 1606
ingresa en la Orden de la Merced, tomando en el año 1613 el hábito de
terciaria.
La fama de sus virtudes y de las apariciones sobrenaturales y milagros que
la acompañaban se extendió rápidamente por Madrid. Sus superiores le ordenaron
que escribiera acerca de estas experiencias. En estos escritos, Mariana narra,
entre otras cosas, las visiones que tuvo de Jesucristo
y la Virgen María y sus éxtasis místicos.
Su muerte se produjo el 17 de abril de 1624 en el convento
mercedario de santa Bárbara de la capital madrileña, a consecuencia de una
afección pulmonar. Tenía 59 años.
Si ya en vida Mariana había alcanzado gran renombre por su piedad y los
prodigios de todo género que se atribuían a su persona, después de su muerte el
mismo no hizo sino aumentar. Su cadáver fue expuesto al público durante dos
días en medio de una gran concurrencia. El artista Vicente
Carducho hizo varias máscaras mortuorias de la difunta.1
El mismo año del fallecimiento se inició el proceso canónico de la
beatificación, alentado por el pueblo llano, la nobleza y el mismo rey Felipe IV, gran devoto suyo.
El día 31 de agosto de 1627 se abrió su sepultura, y ante el asombro general, se
encontró que el cuerpo se encontraba intacto, con la carne fresca y los
miembros flexibles, y exhalando una agradable fragancia. Solamente el rostro se
encontraba un tanto desfigurado debido a las manipulaciones que se habían hecho
para obtener la mascarilla mortuoria. Este hecho inexplicable se verificó las
sucesivas veces que se inspeccionaron los restos mortales, en 1731, 1924 y 1965.
El 18 de enero de 1783
fue declarada beata por el papa Pío VI. Era
tal el fervor que la figura de Mariana despertaba entre el pueblo, que el Ayuntamiento de Madrid la declaró co-patrona
de la ciudad, junto a san Isidro.2
El cuerpo incorrupto de la beata se
venera en la iglesia del Convento de don Juan de Alarcón de
Madrid, toda vez que el antiguo convento de santa Bárbara donde se hallaba fue
destruido. El sepulcro donde reposa fue regalado por la reina Isabel II.
Su festividad se celebra el día 17 de abril.
Referencias
Para enviar gracias o estampas:
MM. Mercedarias Descalzas
C/ Luis de Góngora, 5
C.P. 28004
Madrid
Venerable Ana de Jesús Lobera Torres
Ana de Lobera Torres, o Ana de Jesús, nace en Medina del
Campo (Valladolid), el 25 de
noviembre de 1545
y muere el 4 de marzo
de 1621,
en Bruselas.
Fue hija de Diego de Lobera y Francisca Torres.
Infancia y familia
Fue bautizada el mismo día en que nació, pues nació sorda y muda y así
estuvo los primeros siete años de su vida, hasta que rompió a hablar. No llegó
a conocer a su padre, ya que él murió a los pocos meses de nacer la niña. Tuvo
un hermano mayor que ella, llamado Cristóbal, que después se hizo jesuita.
Al cumplir los nueve años, murió su madre y la tutela de los dos niños pasó
a manos de su abuela materna. Al año siguiente de estar tutelada por la abuela,
la niña hizo voto de castidad, en contra de los pensamientos de su abuela, que
intentó orientarla al matrimonio.
Ya en 1560,
contando Ana la edad de 15 años, decide junto a su hermano Cristóbal, irse a
vivir a Plasencia con su abuela paterna, allí vive 10
años.
Vida religiosa
Cuando contaba 18 años, se puso bajo la dirección espiritual del P. Pedro
Rodríguez, jesuita, que en 1569 fue destinado a Toledo, donde
conoció al P. Pablo Hernández, también jesuita, que le habló y le presentó a Santa Teresa que estaba en Toledo. Ese
mismo año, Ana sufre una grave enfermedad que le duró tres meses y que se hizo
crónica con fiebre cuartana o malaria.
Un año más tarde, el P. Pedro, le escribe a Ana una carta a Plasencia,
hablándole de Santa Teresa y pidiéndole que le haga saber si quiere entrar en las Carmelitas.
Respondiéndole ella que lo trate con la M. Teresa, para que le indique el lugar
donde quiere que profese. La M. Teresa, no duda de la ocasión y con fecha 2 de abril,
la admite y le manda que se cure de su enfermedad y le recomienda Ávila,
por ser ella allí su Priora.
El 31 de julio,
Ana se traslada a Ávila, donde ingresa y toma el hábito de novicia el 1 de agosto,
siendo recibida por la M. María de san Jerónimo, en ausencia de la M. Teresa,
que estaba en Toledo
y no es hasta mediados de agosto cuando vuelve a Ávila y se conocen.
En noviembre de 1570,
la envía a la nueva fundación de Salamanca,
el 22 de octubre de 1571,
toma el hábito y profesión. Al año siguiente la nombra sacristana y enfermera,
según la santa, para distraerla de su ensimismamiento. Permanecerá en Salamanca
hasta enero de 1575.
Relación con Santa Teresa de Jesús
Desde el momento que la M. Teresa conoció a Ana de Jesús y vio en ella sus
virtudes, pasó a ser su hija predilecta, que junto a María de san José, fueron los pilares de la
santa en su vida y en su sucesión.
En Salamanca, Ana demostró sus dotes y así lo testimonia en sus Dichos.
Las relaciones privilegiadas que mantenía hacía ella tenían una nota especial,
hasta tal punto que cuando se le ofrece a la M. Teresa la fundación de Beas,
en los confines de Castilla y retirada de las demás fundaciones, piensa en Ana,
como pieza fundamental y la deja allí por Priora, porque sabe que va cumplir y
de manera sobresaliente su cometido. Tampoco se olvida de María de san José,
las tres coinciden en Beas, durante tres meses. María tenía el encargo de ser
Priora en Caravaca
(Murcia),
pero tras demorarse las licencias, se la lleva la M. Teresa consigo a Sevilla,
donde la deja por Priora, Eso fue el 18 de mayo
de 1575,
cuando vio por última vez a la M. Teresa.
Podía estar tranquila La M. Teresa, al dejar Andalucía en 1576 para partir
de nuevo a Castilla, sabedora que los Conventos que se habían fundado allí,
estaban en buenas manos.
Las fundaciones
En España
La primera salida de Salamanca es en 1575 a Beas de
Segura. Allí conocerá en abril de ese año al P. Jerónimo Gracián, que por entonces era
Visitador en Andalucía.
En octubre de 1578,
también conocerá en el convento
de Beas a San Juan de la Cruz, cuando consigue escaparse
de la cárcel y después del capítulo de Almodóvar. Ana, al igual que las otras monjas
quedan impregnadas por la presencia del santo y gozan de su dirección
espiritual.
En enero de 1582,
por consejo del P. Jerónimo de la Madre de Dios Gracián y San Juan de la Cruz,
Ana parte para otra nueva fundación, esta vez en Granada,
acompañada por San Juan de la Cruz y seis monjas, se funda el convento el 21 de enero.
También interviene en la fundación del de Málaga,
aunque no haciendo acto de presencia, es la que agiliza todos los trámites.
En julio de 1586,
otra nueva fundación se abre camino, la de Madrid, espina
que tenía clavada la M. Teresa de fundar allí y no conseguirlo y es Ana de
Jesús, cuando el 17 de septiembre, canta misa Monseñor Neroni y
se erige el Convento bajo la advocación de santa Ana.
En Madrid conoce a la hija de Felipe II, Isabel Clara Eugenia, con la que
traba buena amistad. Desde Madrid, prepara las fundaciones de Huarte y Valencia.
Y vuelve en 1586 a Salamanca para ser Priora.
En Europa
La elegida para Francia, era María de san José, que la M. Teresa había
dejado por Priora en Sevilla y luego pasó a ser Priora de Lisboa. Ésta
fue mandada en secreto a Cuerva (Toledo) y en extrañas circunstancias murió a los pocos días.
Así cambian las cosas y la candidata elegida, fue Ana de San Bartolomé, aquella
que estuvo de enfermera de la santa en sus últimos años y a su cuidado desde
que se rompió el brazo en Sevilla. La acompañarían otras cinco monjas. La dirección
negociadora de tal proyecto correspondió a Pierre Bérulle, que junto con otros,
portaban cartas de Enrique IV, rey de Francia, para el Rey de España y para el
Embajador francés Barrault, además de una bula "In Supremo", con
fecha 13 de noviembre de 1603. Bérulle, estaba
conforme en que fuera a París Ana de Jesús, pero la postura del Padre General,
Francisco de la Madre de Dios, era negativa, llegando a tener discusiones, y al
final el P. General tuvo que cambiar de postura; incluso la Beata Ana de San
Bartolomé que la recomendó, le cedió las riendas como capitana, por tener más
experiencia en conventos que ella. Los franceses la llamarían la "valerosa
española".
Llegan a París
el 15 de octubre
de 1604,
y el 18 de octubre,
queda fundado el nuevo convento con advocación a la Encarnación, quedando por
Priora Ana de Jesús.
Al año siguiente, el 14 de enero se funda otro en Pontoise,
quedando de Priora Ana de San Bartolomé y un tercero en Dijon,
el 21 de septiembre, donde el 4 de octubre,
Ana enfermó allí de peste y se sanó con el velo de la santa.
A petición de Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II
Y de Isabel de Valois, ya que Ana la conoció
cuando hizo la fundación de Madrid y que se encontraba en Flandes,
como Gobernadora de los Países Bajos, le pide a Ana que haga una nueva
fundación allí, la cual queda hecha el 25 de enero
de 1607
y en ese mismo año el 7 de noviembre la M. Ana, funda otro convento
en Lovania. Sigue el 7 de febrero de 1608 otra fundación en Mons. El padre Gracián que
estaba en Bélgica, queda como su director espiritual.
La trama del Carmelo
Después de la muerte de Santa Teresa, la separación de los descalzos se
hacía cada vez más inminente y el P. Nicolás Doria, empezó su escalada de
puestos, hasta llegar a ser nombrado Visitador General de los Descalzos, e
imponiendo su autoridad consiguió dividirlo y los más perjudicados fueron Jerónimo Gracián y María de san José, los que
menos, quizás por su silencio, San Juan de la Cruz, que fue destinado como
simple fraile a La Peñuela (La Carolina) y Ana de Jesús, que, tras la
muerte de María de san José, fue la candidata para la nueva fundación de París.
Doria con su autoridad, borró de un plumazo aquella semilla que había
dejado Santa Teresa y que no llegó en parte a germinar, gracias a la astucia e
inteligencia de Ana de Jesús, que fue la menos perjudicada, y a las nuevas
fundaciones en el extranjero, quitándose de las garras de Doria.
Procesos de Beatificación
El mismo año en que muere Ana, (1621), se inicia un proceso ordinario de
beatificación y canonización en las sedes de Malinas,
Tournai,
Cambrai,
Arras
y Amberes.
Las declaraciones continuaron y se sucedieron hasta 1642, sin que el proceso no
siguiera adelante.
En 1872,
se retoma la causa de Beatificación. Para ello, el P. Bertolo Ignacio,
carmelita belga y definidor general, edita una buena guía de documentos
procesales de la M. Ana, que llamó "Tableau Chronologique des
principaux témoignages...de la vénérable mére Anne de Jésus", en Bruselas.
En 1881,
se abre en la diócesis de Malinas, el Proceso sobre la fama de santidad, vida y
milagros. y se abren nuevos decretos sobre los escritos y la validez del
Proceso Apostólico. En 1895,
en Malinas, se abre otro Proceso sobre las virtudes y milagros "in
specie".
Y en 1904,
otro Decreto sobre la validez del Proceso Apostólico, sin llegar a declarar las
virtudes heroicas.
Influencia
Cuando la M. Teresa, escribía el libro de Las Fundaciones,
compartían celda en Salamanca y Ana estaba al tanto de todo lo que escribía la
santa. Años más tarde, cuando le sorprendió la Inquisición a la santa por el
libro de su vida, ésta le consulta a Ana. Ella era la mejor conocedora de la
obra de Teresa.
También san Juan de la Cruz, le confió su Cántico Espiritual, que ella conservo hasta
1586, en que se los
entrega a la novicia Isabel de la Encarnación, donde los llevó a las
fundaciones de Baeza y Jaén
y allí se encuadernaron y se conservan.
Al ver por primera vez al santo, maltrecho y muy acabado, Ana manda a dos
monjas que le cantasen las liras en loor a los trabajos, que al oírlas quedó en
extasís. Esas liras, muchos autores, se las atribuyen a que fueron escritas por
Ana, hoy en día no se conoce con exactitud su autor.
Ana, fue la que años después de muerta la santa, recopiló toda su obra y en
1587, estando en Madrid
conoció a Fray Luis de León, que le entregó dicha obra
para su posterior publicación, que se publicó con el nombre de Los libros de
la madre Teresa de Jesús, fundadora de los monasterios de monjas y frailes de
Carmelitas Descalzos de la primera Regla, Salamanca, 1588.
Cuando partió a Europa,
el P. Jerónimo Gracián, también la animó a escribir, y, así escribió su Viaje
a París, como años antes le pidiera Gracián escribir, Relación de la
fundación de Granada.
Su Obra
Los poemas de Ana no tienen mucha relevancia, pero sí sus declaraciones,
escritos, actas y epistolario. Apenas nos han llegado obras autógrafas suyas,
sino copias. Algunas de sus obras han desaparecido.
Nos ha dejado una gran cantidad de cartas y documentos, Es una pena que las
cartas que le escribió la M. Teresa a Ana de Jesús, fueran quemadas por ella,
mandadas destruir por la misma Madre, en aquellos años que tenían problemas con
los Calzados. Ana lo recuerda con dolor en 1597.
EL REY DE REYES Mirad al Rey de los reyes que por hacernos señores se
sujeta a nuestras leyes y se carga de dolores. Ana de Jesús.
Bibliografía
- Manrique, Ángel (1632). La Venerable Madre Ana de Jesús, discípula y compañera de la S.M. Teresa de Jesús y principal aumento de su orden. Fundadora de Francia y Flandes. Lucas de Meerbeeck. Bruselas. 1632. OCLC 66779110.
- Presentación de la, Juan (1748). Vida devota de la beata madre María Ana de Jesús: religiosa del sacro, real, y militar Orden de Descalzos de Nuestra Señora de la Merced, Redención de Cautivos. Madrid: I. de Hernández Pacheco, 1784 (3ª Impresión). OCLC 34498349.