La Sierva de Dios Ángeles Sorazu Aizpurua nació el 22 de febrero de 1873 en
Zumaya (Guipúzcoa), siendo bautizada al día siguiente, en la Parroquia de San
Pedro, en su pueblo natal, recibiendo el nombre de Florencia.
Vista panorámica de Zumaia y de su iglesia parroquial de san PedroRetablo y ábside de dicha iglesia
Desde su más
tierna infancia, la pequeña Florencia se ve adornada de gracias sobrenaturales
que anuncian una predilección por parte de Dios. Florencia crece humana y
espiritualmente, venciendo las dificultades y luchas propias de su edad; sin
saberlo aún, camina hacia el descubrimiento de una vocación que la conducirá a
formar parte de la Orden de la Inmaculada Concepción y que llevará a cabo en el
Monasterio de La Concepción de Valladolid, donde ingresa el 26 de agosto de
1891.
Fachada del Monasterio de La Concepción de Valladolid.
Fachada del Monasterio de La Concepción de Valladolid.
Cuando vista
el hábito concepcionista tomará el nombre de sor Mª de los Ángeles, por su
devoción a los Santos Ángeles, a quienes se encomienda con fervor. Emitirá su
profesión solemne el 6 de octubre de 1892 y desde entonces se entregará con
todo su ser a Jesucristo y a María Inmaculada, tomando a ésta por Reina, Superiora, Maestra, Directora y
Madre. Una actitud la acompañó siempre: A
partir del día que hice la consagración conté con la Stma. Virgen para todo.
Sentía la imperiosa necesidad de ser toda de Dios en María.
Mientras
nada extraordinario acontece a la vista exterior, sor Ángeles va creciendo
interiormente, bebiendo su alimento espiritual en el Catecismo –al que tendrá
singular estima- y en algunas lecturas, entre las que destaca la Mística Ciudad de Dios –obra de M. Mª de
Jesús de Ágreda, concepcionista y escritora mística del s. XVI-.
Mística Ciudad de Dios –obra de la venerable M. Mª de Jesús de Ágreda, concepcionista y escritora mística del s. XVI-.
Mística Ciudad de Dios –obra de la venerable M. Mª de Jesús de Ágreda, concepcionista y escritora mística del s. XVI-.
Un
acontecimiento de especial importancia en su vida es el momento en el que
descubre el libro de los Evangelios, primero, y la Sagrada Escritura, después.
En 1893
atraviesa una intensa purificación interior que ella vivirá apoyada en la
Virgen María, su refugio y consuelo en este tiempo al mismo tiempo que su madre
y maestra. La noche purificadora, vivida en heroica fidelidad y amor, la
conducirá al desposorio espiritual que tendrá lugar el 25 de septiembre de
1894, fecha que celebrará todos los años durante toda su vida, como un momento
singular de gracia y acercamiento a Dios.
El 21 de
febrero de 1904 es elegida abadesa de la comunidad, cargo que desempeñará con
notable acierto, influyendo grandemente en el crecimiento espiritual y material
de la comunidad.
En julio de
1907 comienza una segunda purificación interior, más honda que la que viviera
años atrás, que la dispone interiormente para el matrimonio espiritual, gracia
que recibe el 10 de junio de 1911. Para esta fecha cuenta con el apoyo del que
fuera el director espiritual que más influyó en el desarrollo de su vida
interior, el P. Mariano de Vega, OFMCap. Gracias a él la Iglesia goza en la
actualidad de la riqueza de los escritos espirituales de M. Sorazu.
Consumado el
matrimonio espiritual, M. Ángeles vive aún diez años más, a lo largo de los
cuales va dejando constancia de los aspectos de la vida de unión con Dios, su
contemplación de la vida humana y divina de Jesucristo, los atributos divinos,
la lectura y comentario de diversos pasajes bíblicos, especialmente el Ct que
aplica a la Virgen María.
En la
Navidad de 1920 hace unos ejercicios espirituales de cuarenta días con la
intención de prepararse para la vida del cielo, según ella misma afirma. El 21
de marzo de 1921 confía a una de las religiosas más íntimas, que presiente
cercana su muerte. Su salud se deteriora progresivamente. El 28 de agosto de
1921, expiraba tras haber compartido los padecimientos de Cristo, según ella
tanto deseó y pidió en su oración.
Destellos de una luz divina
Más allá de
unos datos biográficos, la figura de M.
Ángeles trasciende la historia para transmitir un mensaje válido para los
hombres y mujeres de todos los tiempos. A un siglo de distancia, su vida y
sus escritos son testimonio y anuncio profético. Su experiencia, vivida en el
asombro sereno que producen las cosas divinas y recogida sencillamente en unos
pliegos de papel, pone en evidencia la
existencia de Dios y desvela su rostro, al mismo tiempo que nos dice que no
podemos permanecer indiferentes ante una realidad tan trascendente para el
hombre como la presencia Dios mismo en la vida de cada hombre y mujer, y en el
mundo entero, en medio de sus circunstancias y avatares.
M. Ángeles nos habla de un Dios que es Padre, que
nos ama infinitamente, cuya bondad y misericordia superan todos los cálculos
humanos.
El estilo
con que M. Ángeles, enamorada de la
verdad hasta el extremo, afrontó cada momento de su vida nos invita a
eliminar de la nuestra todo engaño, vanidad o mentira para ponernos en la
coherencia de quien deja iluminar su pensamiento por el Evangelio de Jesús para
después actuar desde las convicciones de la fe.
M. Sorazu nos invita a apostar por Cristo, a
arriesgarlo todo por Él, a elegir con decisión y coraje el camino de la
santidad, concretándolo en la realidad de los quehaceres cotidianos, de las
anécdotas de la convivencia diaria, en las múltiples ocasiones que nos
proporciona la jornada para hacer visible el amor, desde las cosas más grandes
–cargos y tareas personales o sociales- hasta los más mínimos detalles en los
que podemos percibir, con ojos atentos y corazón fraterno, las necesidades de
nuestros hermanos, en quienes Jesús nos espera para decirnos: «A mí me lo hiciste».
El ardor con que vivió enamorada de Jesucristo, hasta el «enjesusamiento» -como dirá ella misma- es una llamada elocuente a amar a Cristo apasionadamente, con una entrega incondicional que no conoce límites, cálculos o temores; que, dejándolo todo atrás se lanza hacia lo que está por venir, que estima basura todas las vanidades pasajeras de este mundo y cuyo único anhelo es la comunión con Cristo y con sus padecimientos, muriendo su misma muerte para participar en su vida gloriosa.
Sus escritos, brotados como fruto de su contemplación, nos anuncian los preciosos rostros que podemos descubrir en Cristo: Salvador, Buen Pastor, Esposo y amante enamorado, se embelesa ante Cristo Rey, Mediador y Abogado nuestro ante el Padre, queda prendada de un Corazón que rebosa misericordia y bondad, que se hace Camino, Verdad y Vida para nosotros, que por amor al género humano se encarnó, abrazó la Pasión y la Muerte, resucitó para introducirnos en su gloria y que prolonga su presencia real en la Eucaristía.
El ardor con que vivió enamorada de Jesucristo, hasta el «enjesusamiento» -como dirá ella misma- es una llamada elocuente a amar a Cristo apasionadamente, con una entrega incondicional que no conoce límites, cálculos o temores; que, dejándolo todo atrás se lanza hacia lo que está por venir, que estima basura todas las vanidades pasajeras de este mundo y cuyo único anhelo es la comunión con Cristo y con sus padecimientos, muriendo su misma muerte para participar en su vida gloriosa.
Sus escritos, brotados como fruto de su contemplación, nos anuncian los preciosos rostros que podemos descubrir en Cristo: Salvador, Buen Pastor, Esposo y amante enamorado, se embelesa ante Cristo Rey, Mediador y Abogado nuestro ante el Padre, queda prendada de un Corazón que rebosa misericordia y bondad, que se hace Camino, Verdad y Vida para nosotros, que por amor al género humano se encarnó, abrazó la Pasión y la Muerte, resucitó para introducirnos en su gloria y que prolonga su presencia real en la Eucaristía.
Sólo bajo el
impulso del Espíritu Santo es posible vivir así. M. Ángeles nos habla del Espíritu de Dios como amor que purifica y
enciende interiormente, que «volcaniza» -nos llega a decir en sus
escritos-, que nos capacita para conocer y amar al Hijo y que, junto con el
Hijo, nos eleva hasta el Padre y nos introduce en su intimidad.
Aparición de la Inmaculada Concepción de santa Beatriz de Silva (S. XV) con el mandato de su veneración y la fundación de la nueva orden mariana, Orden de la Inmaculada Concepción de María.
Aparición de la Inmaculada Concepción de santa Beatriz de Silva (S. XV) con el mandato de su veneración y la fundación de la nueva orden mariana, Orden de la Inmaculada Concepción de María.
Y todo vivido con María Inmaculada, la Esposa por excelencia, la Madre
que, introduciéndonos en su seno nos acerca a Cristo, que nos enseña a acogerle
y seguirle con fidelidad y amor, que, a través del Rosario nos introduce en la
contemplación de los misterios de su Hijo. La Madre que nos enseña a vivir como
hijos en el Hijo amado y a ofrecerle nuestro corazón como morada perpetua,
haciendo de él un templo vivo purificado y encendido por el fuego del Espíritu.
«Brillan los astros y se alegran. Él los llama
y responden: “Aquí estamos” y brillan alegres para su Creador» (Bar 3,
34s). M. Ángeles es una de aquellas estrellas que Dios puso en el firmamento de
la Iglesia que, llamada por Dios, hizo de su existencia un permanente “Aquí
estoy” y hoy brilla alegre para su Creador. Si lo miramos atentamente nos
contagiará algo de su resplandor y también nosotros escucharemos la voz del
Padre que nos llama por nuestro propio nombre a brillar gozosos para nuestro
Creador.
Santidad Concepcionista. En este arbol de representa los frutos de santidad que por mandato de la Santísima Virgen María a Santa Beatriz de Silva ordenó fundar la orden a ella dedicada para también tomar conciencia y modelo a María, la "pobre" de Nazareth, que se fió de la Palabra de Dios y engendró al mismo Dios, tomando condición humana. Entre los frutos aparece la Sierva de Dios Mª de los Ángeles Sorazu, las Venerables María de Jesús de Agreda y la de Puebla, la sierva de Dios Mª Dolores y Patrocinio (Sor Patrocinio) y otras,... sobre la ciudad de Toledo, ciudad que vió nacer y crecer la orden desde sus inicios.
Monjas concepcionistas franciscanas del convento de santa Úrsula de Alcalá de Henares (Madrid)
Monjas concepcionistas del convento de la Inmaculada Concepción y de santa Beatriz de Silva de Alcázar de san Juan (Ciudad Real).
Santa Beatriz de Silva junto a la sagrada Familia de Nazareth con la Bula papal de la fundación de la orden "Inter Universa" de Inocencio VIII en 1489. Y acompañada de las monjas santas y en camino de su reconocimiento eclesial. Quien porta el libro de la Ovejita de María es nuestra sierva de Dios Mª de los Ángeles Sorazu, y quien lleva el libro de la Mística Ciudad de Dios, nuestra Venerable María de Jesús de Ágreda, en primer plano, sor Reglita, novicia de velo blanco del convento del Fuente Maestre (Badajoz); junto a nuestra sierva de Dios Mª de los Ángeles Sorazu, a su derecha, la sierva de Dios Mª Dolores y Patrocinio (Sor Patrocinio) (Guadalajara) y acontinuación la sierva de Dios Mª Teresa de Jesús Romero Balmaseda del convento de Hinojosa del Duque (Córdoba).
Un libro recomendamos para conocer a nuestra concepcionista:
Su autora Mª Nuria Camps, es la presidente de la federación de Castilla de las concecpcionistas franciscanas y vive en la comunidad del protomonasterio de Toledo (España).
Oración:
Padre óptimo, Dios nuestro, dador de todos los dones e iluminador y santificador de nuestras vidas:
Tú, por la Inmaculada Madre de tu Hijo, derramaste maravillosamente las gracias de tu Espíritu Santo sobre tu sierva María de los Ángeles; si e stu voluntad, glorifica ante toda la Iglesia esta obra de poder y de tu amor y otórganos las gracias que te suplicamos por su intercesión. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
Monjas concepcionistas franciscanas del convento de santa Úrsula de Alcalá de Henares (Madrid)
Monjas concepcionistas del convento de la Inmaculada Concepción y de santa Beatriz de Silva de Alcázar de san Juan (Ciudad Real).
Santa Beatriz de Silva junto a la sagrada Familia de Nazareth con la Bula papal de la fundación de la orden "Inter Universa" de Inocencio VIII en 1489. Y acompañada de las monjas santas y en camino de su reconocimiento eclesial. Quien porta el libro de la Ovejita de María es nuestra sierva de Dios Mª de los Ángeles Sorazu, y quien lleva el libro de la Mística Ciudad de Dios, nuestra Venerable María de Jesús de Ágreda, en primer plano, sor Reglita, novicia de velo blanco del convento del Fuente Maestre (Badajoz); junto a nuestra sierva de Dios Mª de los Ángeles Sorazu, a su derecha, la sierva de Dios Mª Dolores y Patrocinio (Sor Patrocinio) (Guadalajara) y acontinuación la sierva de Dios Mª Teresa de Jesús Romero Balmaseda del convento de Hinojosa del Duque (Córdoba).
Un libro recomendamos para conocer a nuestra concepcionista:
Su autora Mª Nuria Camps, es la presidente de la federación de Castilla de las concecpcionistas franciscanas y vive en la comunidad del protomonasterio de Toledo (España).
Oración:
Padre óptimo, Dios nuestro, dador de todos los dones e iluminador y santificador de nuestras vidas:
Tú, por la Inmaculada Madre de tu Hijo, derramaste maravillosamente las gracias de tu Espíritu Santo sobre tu sierva María de los Ángeles; si e stu voluntad, glorifica ante toda la Iglesia esta obra de poder y de tu amor y otórganos las gracias que te suplicamos por su intercesión. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
Agradecen comuniquen las gracias recibidas a:
MM. Concepcionistas Franciscanas
http://idd0098d.eresmas.net/MSORAZU.HTM
http://angelesorazu.blogspot.com.es/
Biografía
https://www.youtube.com/watch?v=bsRd9oQcKAc
No hay comentarios:
Publicar un comentario