San Pedro de Alcántara, ofm y santa Teresa de Jesús, coetáneos alaban a Nuestro Señor
San Francisco de Borja, jesuita y 3º prepósito general, en una de sus visitas a Ávila y santa Teresa de Jesús
Santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz veneran a la Sagrada Familia de Nazareth.
San Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús adoran al Crucificado, a su Amor.
San Pedro de Alcántara, franciscano, iniciador de los descalzos, y santa Teresa de Jesús
San Agustín de Hipona, padre y doctor de la Iglesia en Occidente y santa Teresa de Jesús adorando el Amor de Dios en la Comunión y su Encarnación.
San Agustín de Hipona, padre y doctor de la Iglesia en Occidente y santa Teresa de Jesús, inspirados por el Espíritu Santo.
San Juan Bautista de la Concepción, reformador de la Orden Trinitaria, la descalcez, en su paso por Almodóvar del Campo (Ciudad Real) pueblo natal del santo y de san Juan de Ávila, se hospedó la santa en la casa del santo trinitario, siendo él, niño, le profetizó la obra que asistiría, la reforma de la orden Trinitaria.
La sierva de Dios Ángela Mª de la Concepción, iniciadora junto con san Juan Bta. de la Concepción de las monjas trinitarias descalzas, su primer convento, el del Toboso (Toledo) bebiendo de la espiritualidad teresiana.
El P. Juan Bta. del Santísimo Sacramento y la Beata Mariana de Jesús iniciadores de la descalcez mercedaria, bebiendo de la espiritualidad teresiana.
Fray Luis de León, escritor de las constituciones de 1588 de los nuevos frailes agustinos, recoletos y la sierva de Dios Mariana de san José, fundadora de las agustinas recoletas. Los dos estuvieron en contacto con santa Teresa de Jesús. La sierva de Dios Mariana de san José estuvo en contacto con ella en Alba de Tormes, el fraile agustino le biografió.
San Juan de Ribera y la M. Mariana de san Simeón, fundador y la 1ª hermana de las agustinas descalzas, que beben de la regla de san Agustín y de la espiritualidad teresiana, de hecho la primera comunidad convivió con varias carmelitas descalzas para asimilar dicha espiritualidad.
Fue Santa Teresa de Jesús, una gran mujer de fe, que movió montañas, habiendo puesto los ojos en el Señor Jesús, aquel le había llamado para sí, se confió a Él, a su Majestad, Amor que le había amado desde siempre como a nosotros nos ama desde todos los siglos. Éste fue el descubrimiento que le llevó a fijar toda su vida en Aquel que le salvó para toda la eternidad. Este Amor recibido de Jesucristo desde siempre especialmente en su misterio Pascual, Pasión Muerte y Resurrección, le movió a reformar la orden de las vírgenes consagradas del jardín del Carmelo, pues fue Él quién, le inspiró la reforma de la Iglesia desde la vida monástica; desde el claustro, la mortificación sana, la soledad, la oración, el sacrificio, la vida de virtudes (fe, esperanza, la caridad,...), la alegría, la fraternidad,.. Infundió Fe, Esperanza y la Caridad desde la experiencia de la vida cristiana, de la vida en comunidad, desde aquel pequeño monasterio de san José de Ávila y desde el resto de fundaciones, aquellas esposas contemplativas de Jesucristo que desde su comunidad irradiaban el Amor de Dios al resto de la Iglesia en un periodo de la Historia de la Iglesia no fácil, con el movimiento luterano, anglicano,.. divisiones en la Iglesia y que hacían daño en motivos de vivencia de la fe, en el individualismo,...
Tras dejar una honda huella de olor a Cristo, que compartió a otros a seguir la huella de Cristo, es el caso de san Pedro de Alcántara, san Juan de la Cruz, san Juan de Ávila, san Luis Bertrán, san Francisco de Borja, la Beata Ana de san Bartolomé, Beata María de Jesús López, la venerable Ana de san Agustín, el siervo de Dios Jerónimo de la Madre de Dios Gracián de algún modo,
Es verdad que de alguna manera pudo influir el movimiento de la descalcez entre las clarisas, es decir la reforma de las monjas clarisas llevadas a cabo por santa Coleta de Corbie o las capuchinas de la sierva de Dios Mª Lorenza Longo, en un espíritu de mayor pobreza, soledad, oración, fraternidad, sacrificio, abandono en la Divina Providencia,...
santa Coleta de Corbie, fundadora de las clarisas descalzas.
sierva de Dios Mª Lorenza Longo, fundadora de las clarisas capuchinas
Un ejemplo: Los Agustinos Recoletos o descalzos.
Los Agustinos Recoletos en España o los Agustinos Descalzos en Italia, son una orden religiosa formada que, viviendo la vida fraterna en comunidad, quieren seguir a Cristo, casto, pobre y obediente; buscan la verdad y están al servicio de la Iglesia; se esfuerzan por crecer en la caridad según el carisma de san Agustín y la intensidad propia de la Recolección, movimiento de interioridad y radicalidad evangélica.
Su proyecto de vida es el propio de una orden religiosa, suscitada bajo el impulso del Espíritu Santo y aprobada por la Iglesia: viviendo en comunión de hermanos, desean seguir a Cristo, casto, pobre y obediente; buscan la verdad y están al servicio de la Iglesia; se esfuerzan por conseguir la perfección de la caridad según el carisma de san Agustín y el espíritu de la recolección.
El carisma es una experiencia del Espíritu Santo que implica un modo específico de ser, una específica misión y espiritualidad, estilo de vida fraterna y estructura al servicio de la misión eclesial. El carisma agustiniano se resume en el amor a Dios sin condición, que une las almas y los corazones en convivencia comunitaria de hermanos, y que se difunde hacia todos los hombres para unirlos en Cristo dentro de su Iglesia. La vivencia del propio carisma les transmite la vitalidad que procede del Espíritu Santo, los renueva constantemente y los impulsa a la formación permanente para estar disponibles en el servicio de la Iglesia.
Patrimonio espiritual de la Orden son la vida, la doctrina y la Regla de San Agustín, la “Forma de vivir” de los comienzos de la recolección y el testimonio de santidad de tantos hermanos que, fieles al Espíritu, han dado vida a su historia.
Las Constituciones son la expresión del carisma de la Orden y proponen la manera peculiar de seguir a Jesús respondiendo a la vocación de agustinos recoletos. En ellas se integran los tres aspectos constitutivos del carisma: el amor contemplativo, el amor ordenado comunitario y el amor difusivo apostólico.
La Orden está formada por religiosos sacerdotes y religiosos hermanos; todos ellos viven su vocación, comparten la vida fraterna en la comunidad y tienen una misión que realizar.
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