Quisiera aprovechar desde este blog consagrado a dar a conocer contemplativas en España que ha sido propuestas a ser candidatas a ser modelos de santidad de vida consagrada, a ser intercesoras ante el Padre que por medio de su intercesión, hacen que Dios haga milagros para sanar sus hijos, aunque es independiente de su intercesión, pero Dios cuenta también de intercesores después de Jesucristo y de Nuestra Señora, Madre de Dios y Madre Nuestra, Reina del Cielo, la Toda Santa, para ser intermediarios en la concesión de gracias para nuestra existencia espiritual y corporal.
Beata Mª Magdalena de la Encarnación adorando al Santísimo Sacramento
Quisiera tomar del Catecismo de la Iglesia Católica la doctrina sobre la comunión de los santos.
Debemos destacar que el cristiano, cómo su nombre indica, que es aquella persona que vive de manera que toda su existencia está configurada con la de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, que viviendo desde y por los siglos, enviado por el Padre, se encarnó en el seno virginal de una doncella de Nazareth, María. El cristiano vive cómo Cristo a diferencia de tener el pecado, vive de la gracia de Dios que potencia sus virtudes, así es, es dejado enamorar por Jesucristo que actúa en su vida, en su caminar, apoyado en la fe, contemplando la esperanza y ejerciendo la caridad. Es Cristo, su motivo, su centro que le une a Dios Padre en compañía de la Madre de Dios y del resto de los santos.
SANTAS CONTEMPLATIVAS DE ESPAÑA, YA EN LOS ALTARES
SANTAS CONTEMPLATIVAS DE ESPAÑA, YA EN LOS ALTARES
Santa Teresa de Jesús
Beata Mª Josefa de santa Inés, agustina descalza de Benigánim
Beata Ana de san Bartolomé, carmelita descalza enfermera y transcriptora de santa Teresa de Jesús
Beata María de Jesús López Rivas recibe las Moradas de santa Teresa de Jesús en el convento de san José de Toledo
Santos Franciscanos Capuchinos
Beata Mª Ángela Astorch, Clarisa capuchina
Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden Concepcionista
Beata Mariana de Jesús Navarro, mercedaria descalza de Madrid
Santa María Cervellón, fundadora de la Orden Mercedaria
La Iglesia cuando los beatifica o canoniza los propone a toda la Iglesia como modelos a imitar, cómo aquellos que imitaron a Cristo, como diría San Pablo (1º Cor 11, 1) y son intercesores de cada cristiano ante la Trinidad.
PRIMERA PARTE
LA PROFESIÓN DE LA FE
SEGUNDA SECCIÓN:
LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA
CAPÍTULO TERCERO
CREO EN EL ESPÍRITU SANTO
ARTÍCULO 9
“CREO EN LA SANTA IGLESIA CATÓLICA”
Párrafo 5
LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS
946 Después de haber confesado "la Santa Iglesia católica", el Símbolo de
los Apóstoles añade "la comunión de los santos". Este artículo es, en cierto
modo, una explicitación del anterior: "¿Qué es la Iglesia, sino la asamblea de
todos los santos?" (San Nicetas de Remesiana, Instructio ad competentes
5, 3, 23 [Explanatio Symboli, 10]: PL 52, 871). La comunión de los santos es
precisamente la Iglesia.
947 "Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos
se comunica a los otros [...] Es, pues, necesario creer [...] que existe una comunión de
bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la
cabeza [...] Así, el bien de Cristo es comunicado [...] a todos los miembros, y esta
comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia" (Santo Tomás de
Aquino, In Symbolum Apostolorum scilicet «Credo in Deum» expositio, 13).
"Como esta Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes
que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común" (Catecismo Romano, 1, 10,
24).
948 La expresión "comunión de los santos" tiene, pues, dos significados
estrechamente relacionados: "comunión en las cosas santas [sancta]"
y "comunión entre las personas santas [sancti]".
Sancta sanctis [lo que es santo para los que son santos] es lo que se proclama por el celebrante en la mayoría de las liturgias orientales en el momento de la elevación de los santos dones antes de la distribución de la comunión. Los fieles (sancti) se alimentan con el cuerpo y la sangre de Cristo (sancta) para crecer en la comunión con el Espíritu Santo (Koinônia) y comunicarla al mundo.
949 En la comunidad primitiva de Jerusalén, los discípulos "acudían
[...] asiduamente a la enseñanza de los Apóstoles, a la comunión, a la fracción del
pan y a las oraciones" (Hch 2, 42):
La comunión en la fe. La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida
de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte.
950 La comunión de los sacramentos. “El fruto de todos los
Sacramentos pertenece a todos. Porque los Sacramentos, y sobre todo el Bautismo
que es como la puerta por la que los hombres entran en la Iglesia, son otros
tantos vínculos sagrados que unen a todos y los ligan a Jesucristo. Los Padres
indican en el Símbolo que debe entenderse que la comunión
de los santos es la comunión de los sacramentos [...]. El nombre de comunión puede
aplicarse a todos los sacramentos puesto que todos ellos nos unen a Dios [...]. Pero
este nombre es más propio de la Eucaristía que de cualquier otro, porque ella es
la que lleva esta comunión a su culminación” (Catecismo Romano, 1, 10, 24).
951 La comunión de los carismas: En la comunión de la Iglesia, el
Espíritu Santo "reparte gracias especiales entre los fieles" para la edificación
de la Iglesia (LG
12). Pues bien, "a cada cual se le otorga la manifestación del
Espíritu para provecho común" (1 Co 12, 7).
952 “Todo lo tenían en común” (Hch 4, 32): "Todo lo que posee el
verdadero cristiano debe considerarlo como un bien en común con los demás y debe
estar dispuesto y ser diligente para socorrer al necesitado y la miseria del
prójimo" (Catecismo Romano, 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de los bienes
del Señor (cf. Lc 16, 1, 3).
953 La comunión de la caridad: En la comunión de los santos,
"ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo"
(Rm 14, 7). "Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro
es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el
cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte" (1 Co 12, 26-27). "La
caridad no busca su interés" (1 Co 13, 5; cf. 1 Co 10, 24). El menor de nuestros
actos hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad
entre todos los hombres, vivos o muertos, que se funda en la comunión de los
santos. Todo pecado daña a esta comunión.
954 Los tres estados de la Iglesia. «Hasta que el Señor venga en
su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo,
sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican;
mientras otros están glorificados, contemplando "claramente a Dios mismo, uno y
trino, tal cual es"» (LG
49):
«Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo y cantamos el mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los que son de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en Él» (LG 49).
955 "La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos
que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún,
según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los
bienes espirituales" (LG
49).
956 La intercesión de los santos. "Por el hecho de que los del
cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda
la Iglesia en la santidad [...] No dejan de interceder por nosotros ante el Padre.
Presentan por medio del único mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús,
los méritos que adquirieron en la tierra [...] Su solicitud fraterna ayuda, pues,
mucho a nuestra debilidad" (LG
49):
«No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida» (Santo Domingo de Guzmán, moribundo, a sus frailes: Relatio iuridica 4; cf. Jordán de Sajonia, Vita 4, 69).
Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).
957 La comunión con los santos. "No veneramos el recuerdo de los
del cielo tan sólo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de
toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor
fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en camino
nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo,
del que mana, como de fuente y cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de
Dios" (LG
50):
«Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios; en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también, ser sus compañeros y sus condiscípulos (Martirio de san Policarpo 17, 3: SC 10bis, 232 (Funk 1, 336)).
958 La comunión con los difuntos. «La Iglesia peregrina,
perfectamente consciente de esta comunión de todo el cuerpo místico de
Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el
recuerdo de los difuntos y también ofreció sufragios por ellos; "pues es una idea
santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados"
(2 M 12, 46)"» (LG
50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles,
sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.
959 En la única familia de Dios. "Todos los hijos de Dios y
miembros de una misma familia en Cristo, al unirnos en el amor mutuo y en la
misma alabanza a la Santísima Trinidad, estamos respondiendo a la íntima
vocación de la Iglesia" (LG
51).
960 La Iglesia es "comunión de los santos": esta expresión designa
primeramente las "cosas santas" (sancta), y ante todo la Eucaristía, "que
significa y al mismo tiempo realiza la unidad de los creyentes, que forman un
solo cuerpo en Cristo" (LG 3).
961 Este término designa también la comunión entre las "personas
santas" (sancti) en Cristo que ha "muerto por todos", de modo que lo que cada
uno hace o sufre en y por Cristo da fruto para todos.
962 "Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir,
de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y
de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola
Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el
amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a
nuestras oraciones" (Beato Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 30).
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