Estatua en la Catedral de la Almudena de Madrid
María Ana Navarro de Guevara y Romero, o Mariana de Jesús (Madrid, 1565- 1624) fue una religiosa
española de
la Orden de la Merced, venerada por la Iglesia Católica como beata. No debe
confundirse con santa Mariana de Jesús, religiosa ecuatoriana del
siglo XVII llamada La Azucena de Quito; ni con Ana
de Jesús, religiosa vallisoletana de finales del siglo XVI en proceso de
beatificación.
Vida
La futura beata nació en Madrid el 17 de enero de 1565, en el seno de una
familia acomodada que se relacionaba con los círculos cortesanos. Su padre era
peletero al servicio del rey Felipe II.
Mariana se sintió atraída muy pronto por la vida religiosa. A la edad de 22
años ya tenía la firme determinación de ingresar en un convento, a pesar de la
rotunda oposición de su padre (quien, viudo tempranamente, había contraído
segundas nupcias) y su madrastra, que tenían concertado su matrimonio con un
joven. Sin embargo, de poco sirvieron los intentos de los progenitores por
apartarla de su vocación. La leyenda dice que llegó a desfigurarse el rostro y
cortar sus cabellos con el fin de verse rechazada por su prometido.
En 1598 se
retiró como penitente a la ermita de santa Bárbara de la capital del reino,
ayudada por fray Juan del Santísimo Sacramento, religioso mercedario, y otras
personas piadosas. En 1606
ingresa en la Orden de la Merced, tomando en el año 1613 el hábito de
terciaria.
La fama de sus virtudes y de las apariciones sobrenaturales y milagros que
la acompañaban se extendió rápidamente por Madrid. Sus superiores le ordenaron
que escribiera acerca de estas experiencias. En estos escritos, Mariana narra,
entre otras cosas, las visiones que tuvo de Jesucristo
y la Virgen María y sus éxtasis místicos.
Su muerte se produjo el 17 de abril de 1624 en el convento
mercedario de santa Bárbara de la capital madrileña, a consecuencia de una
afección pulmonar. Tenía 59 años.
Si ya en vida Mariana había alcanzado gran renombre por su piedad y los
prodigios de todo género que se atribuían a su persona, después de su muerte el
mismo no hizo sino aumentar. Su cadáver fue expuesto al público durante dos
días en medio de una gran concurrencia. El artista Vicente
Carducho hizo varias máscaras mortuorias de la difunta.1
El mismo año del fallecimiento se inició el proceso canónico de la
beatificación, alentado por el pueblo llano, la nobleza y el mismo rey Felipe IV, gran devoto suyo.
El día 31 de agosto de 1627 se abrió su sepultura, y ante el asombro general, se
encontró que el cuerpo se encontraba intacto, con la carne fresca y los
miembros flexibles, y exhalando una agradable fragancia. Solamente el rostro se
encontraba un tanto desfigurado debido a las manipulaciones que se habían hecho
para obtener la mascarilla mortuoria. Este hecho inexplicable se verificó las
sucesivas veces que se inspeccionaron los restos mortales, en 1731, 1924 y 1965.
El 18 de enero de 1783
fue declarada beata por el papa Pío VI. Era
tal el fervor que la figura de Mariana despertaba entre el pueblo, que el Ayuntamiento de Madrid la declaró co-patrona
de la ciudad, junto a san Isidro.2
El cuerpo incorrupto de la beata se
venera en la iglesia del Convento de don Juan de Alarcón de
Madrid, toda vez que el antiguo convento de santa Bárbara donde se hallaba fue
destruido. El sepulcro donde reposa fue regalado por la reina Isabel II.
Su festividad se celebra el día 17 de abril.
Referencias
Para enviar gracias o estampas:
MM. Mercedarias Descalzas
C/ Luis de Góngora, 5
C.P. 28004
Madrid
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