La
religiosa soriana Sor Clara Sánchez fue un ejemplo de humildad y entrega
Desafiando a
las leyes naturales y temporales, los cuerpos sin vida de ciertas personas no
siguen el proceso habitual de descomposición del organismo cuando traspasamos
el umbral hacia el más allá, es el fenómeno post-mortem que conocemos como
cuerpo incorrupto. Las causas por las que se puede producir este fenómeno son
distintas puede ser natural, debido a condiciones intrínsecas del interior del
propio cuerpo; o extrínsecas como las características del terreno donde esta
enterrado el cuerpo, donde una atmósfera seca favorece la desecación del
cadáver. Los científicos han estudiado múltiples casos de incorruptibilidad a
lo largo de los tiempos encontrando respuestas racionales a algunos de ellos,
sin embargo existen casos que desafían a la ciencia y se adentran en los
intrigantes caminos de lo sobrenatural, ya que se producen en personas que
tienen como particular añadido el que en sus vidas realizaron numerosos
fenómenos paranormales.
En nuestra
región tenemos varios casos con esas características: partes del cuerpo de Santa
Teresa de Jesús en Alba de Tormes (Salamanca), los restos de San Juan de
la Cruz en Segovia y los sorianos Sor María Jesús de Agreda, Santa
Cristina de Osma y el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada.
Fue el
investigador soriano Alberto Arribas quien me hizo llegar un caso desconocido
para mí y mucho más reciente en el tiempo: la monja soriana Sor Clara Sánchez,
fallecida en 1973 y cuyos restos fueron exhumados en 1982, encontrándoles
incorruptos y en unas condiciones del terreno nada favorables para la
producción del prodigio. Así que hemos puesto rumbo al convento de Santo
Domingo en la capital Soriana para conocer una intrigante historia.
Una vida de
humildad
El día 14 de
febrero de 1902, vio por primera vez la luz Juana de la Concepción Sánchez
García en Torre de Cameros (La Rioja). Hija de Leopoldo (maestro nacional) y Agustina,
tuvo 6 hermanos más y con dos años de edad se trasladó junto a su familia al
municipio soriano de Rebollar. Desde niña se le observó una innegable predisposición
para la vida religiosa, fueron muchas las veces que en vez de ir a jugar con
otros niños, se la encontraban en actitud contemplativa en el interior de la
iglesia del municipio. Su vocación ardiente debió de esperar varios años por el
respeto y obediencia a su padre, cuyos principales deseos eran que continuara
con sus estudios.
Esta
tesitura causaba un enorme desasosiego en Juana, su deseo se vio cumplido a los
20 años de edad, cuando ingresó en la Orden de las Clarisas en el Convento
de Santo Domingo. Fueron 53 años de vida ejemplar ocupando diversos y variados
cargos. Ejerció de Sacristana, Tornera, Ropera, Vicaria, Ecónoma y Abadesa (17
años). En todos ellos destacó por su sencillez y sumisión. Los testimonios
de todas las personas que la conocieron en vida son coincidentes: era una
persona entusiasta, alegre y amable. No hubo en su vida ni éxtasis, ni
arrobamientos ni otros fenómenos místicos por lo menos que se conozca, sino que
su principal virtud fue el amor y el servicio a los demás con una humildad
extraordinaria. No hubo grandes milagros, pero si hubo hechos extraordinarios
todos los días. Sus milagros eran el día al día para salir de cualquier
necesidad e infortunio. Su fe y su amor al Todopoderoso aumentaba de forma
inquebrantable cuando además veía que sus deseos se convertían en realidad. Así
sucedió en innumerables ocasiones, veamos algunos ejemplos.
Casi por
capricho había pedido al Señor que entrará a la vida religiosa una mujer
llamada Herminia. Fueron meses muy duros, pues una gripe maligna postró en la
cama a casi toda la Comunidad. Solo tres monjas no contrajeron la enfermedad,
entre ellas Sor Clara, quienes no daban abasto en cuidar a todas las enfermas.
Tres monjas fallecieron posteriormente victimas de la enfermedad. Su deseo se vio
cumplido cuando un 25 de julio, llamó al torno una joven que venía a ingresar a
la Orden, su nombre ya le conocen: Herminia. Años más tarde hubo otro suceso
sorprendente, con su asombrosa confianza en el Altísimo, puso en el altar 50
piedrecillas al lado del sagrario, para pedir al Señor que las convirtiera en
monjas, pues era las que necesitaba. Tiempo después en la Comunidad de las
Clarisas convivieron 57 monjas.
Comunidad de hermanas clarisas de Soria
En épocas de
hambre, invitaba sus hermanas a rezar con fe, y el prodigio se efectuaba, siempre
aparecía alguien con alimentos en el torno para la Comunidad. Si necesitaban
dinero para reformas, el capital llegaba por alguna donación. Estos fueron sus
milagros del día a día. En cuanto a la vida religiosa, logró una profunda
renovación espiritual en el convento, de forma que se la considera la
refundadora del mismo. Se cumplieron sus deseos cuando consiguió aplicar de
nuevo la Primera Regla, cuyo primordial principio es el voto de pobreza.
Estableció la Exposición y Adoración permanente a Jesús Sacramentado, la
unificación del velo en todas las hermanas (las legas llevaban el velo blanco
mientras que el resto le llevaban de color negro), la exclusión del calzado y
uso de sandalias (piensen en este efecto en pleno invierno) y el rezo de
Maitines y Laudes a medianoche. Este último no era novedad para ella, pues uno
de sus innumerables sacrificios era la privación de sueño. De hecho uno de los
problemas de salud que tuvo fue una grave perdida de audición, entre otros
motivos por que se vertía en los oídos agua fría para no dormirse. También se
conserva como reliquia un látigo de alambre con pinchos con el que se
mortificaba y disciplinaba, a parte de los cilicios que usaba para penitencia. Murió
el 22 de enero de 1973, cumpliéndose sus deseos: 'No dar guerra ni al morir'.
No hubo que amortajarla, pues murió con el hábito puesto, a las pocas horas de
comulgar (tal y como deseo). Y por último que la colocaran en el suelo, así
sucedió pues este fue su lecho mortuorio, después del infarto de miocardio que 'le
hizo pasar a mejor vida'.
Incorrupta
Una foto de archivo de una parte de la comunidad de Soria.
ÁNGEL DEL
POZO| VALLADOLID
En abril de 2014 el Papa Francisco promulga el decreto
que reconoce las virtudes heroicas de Sor Clara de la Concepción, declarándola
venerable, y permitiendo el desarrollo del proceso hacia el siguiente paso, la
beatificación.
Una foto más reciente de la Comunidad clarisa de Soria
Las Clarisas de Soria afirman que Madre Clara sigue
siendo hoy para ellas un pilar de la comunidad, que se esfuerza por vivir
sus ideales, que no son otros que los vividos por San Francisco y Santa Clara,
y transmitirlos a las nuevas generaciones de Clarisas. La bendición del Señor
ha permitido que el monasterio de Soria (que cuenta con 54 monjas) haya podido
revitalizar o fundar monasterios en Medinaceli (Soria), Valdemoro (Madrid),
Zimbabwe y Mozambique.
Convento y Comunidad de clarisas de Valdemoro (Madrid)
Hermanas
Clarisas
Monasterio de Santa Clara
Plaza Condes
de Lérida, 5
42002 Soria
Tel. 975 211
239
http://divinavocacion.blogspot.com.es/2014/04/el-testimonio-de-la-venerable-sor-clara.html
http://clarisasvocaciones.blogspot.com.es/2014/04/27-clarisas-de-soria-monasterio-de.html
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