La M. Mariana de san José es sin duda una de las figuras místicas más
eminentes del siglo de oro español. Muchos justamente la han comparado con
santa Teresa de Jesús: ésta llevó a cabo la reforma de las carmelitas, fundando
la orden de carmelitas descalzas; la M. Mariana fundó conventos de agustinas
recoletas y escribió unas constituciones cuyo espíritu está vigente todavía y
que observan 33 conventos de monjas; ambas, Teresa y Mariana, fueron grandes
místicas y escribieron obras de gran profundidad, con la diferencia de que las
obras de santa Teresa son muy conocidas y las de la M Mariana, por falta de
difusión, han permanecido casi olvidadas. Hoy, gracias a la introducción de la
Causa de beatificación, se van imponiendo los escritos de la madre Mariana. Con
el fin de dar a conocer su figura, presentamos a continuación un bosquejo de su
vida, sus escritos y espiritualidad y el estado de la Causa de beatificación.
La sierva de Dios Mariana de san José y santa Teresa de Jesús. Quien la santa se encontró con la niña Mariana.
Datos biográficos
Sexta y última de seis hermanos (tres varones y tres mujeres), nació en
Alba de Tormes (Salamanca) el 5 de agosto de 1568. Sus padres, Juan de
Manzanedo y María Maldonado, pertenecían a la clase acomodada y eran muy
religiosos. La madre, que había sido educada en un convento de monjas, se hizo
amiga de santa Teresa años antes de que ésta fuera a Alba de Torres para fundar
uno de sus “palomarcicos”. El padre tenía dos hermanas monjas y, al enviudar,
viajó a Roma, donde permaneció dos años y se ordenó de sacerdote. Mariana quedó
huérfana de madre a los diez días. Pasó su infancia entre Alba de Tormes y
Ciudad Rodrigo, con su padre y con los parientes. En uno de los viajes de santa
Teresa a Alba de Tormes, le presentaron a la pequeña Mariana, que tenía cuatro años,
y, recordando a la madre de la niña, la bendijo. No obstante su corta edad, Mariana
sintió una gran conmoción que le duró toda su vida. “Me espanto –escribe en su
autobiografía– cómo siendo yo tan niña, causó en mí tantos efectos, que parece
en oyéndola, se le abrió a mi alma una gran ventana, por donde le entraba una
muy clara luz”.
A la muerte de su padre en 1576 se quedó más sola, por lo que un año
después la llevaron al convento de las agustinas de Santa Cruz de Ciudad
Rodrigo, donde tenía dos tías, hermanas de su padre, y una hermana poco mayor
que ella. Las otras dos hermanas estaban recogidas en otro convento, el de las
franciscanas de la Madre de Dios en Coria (Cáceres). A la edad de 18 años
renunció a cualquier posibilidad de matrimonio y tomó el hábito de agustina. El
21 de febrero de 1587, hizo la profesión religiosa. Pocos meses después, el 5
de diciembre del mismo año, establecía el capítulo de los agustinos en Toledo
“que se asignen o erijan de nuevo tres o más monasterios de hombres y otros tantos
de mujeres en los que se observe una forma de vivir más estricta”. Mariana será
la fundadora de esos monasterios de mujeres.
Volvamos a nuestra historia. No fue fácil su vida en el convento de Ciudad Rodrigo,
pues Dios la purificó con no pocas pruebas. Entre momentos de fervor,
tentaciones, sequedades y tribulaciones fue madurando su espíritu. La vida
austera, la lectura de libros espirituales, sobre todo los escritos de santa
Catalina de Siena, las vidas de los santos y las obras de santa Teresa de Jesús, y las
penitencias que se imponía o le enviaba el Señor la fueron madurando para la
vida mística, que crecerá extraordinariamente cuando inicie la vida de
recoleta.
Las monjas descubrieron las virtudes de Mariana y la eligieron primero
maestra de novicias y después priora (1599-1603). Entre tanto el provincial de
los agustinos de Castilla, padre Agustín Antolínez, proyectaba abrir un
convento de monjas recoletas. Le ofrecieron uno en Éibar. Entre las cuatro
elegidas para iniciar la recolección de las monjas agustinas estaba la madre
Mariana, que aceptó formar parte del grupo. Reunidas las monjas designadas en
Ávila, , partieron juntas a la nueva fundación; al pasar por Burgos comunicaron
a la madre Mariana la disposición del padre Antolínez que la nombraba
superiora, y ella lo tuvo que aceptar como acto de obediencia. El 8 de mayo de
1603, con otras tres mojas y algunas jóvenes aspirantes, se abre el convento de
Eibar.
Un año más tarde, el 23 de mayo, la madre Mariana hace la profesión como
agustina recoleta y trueca sus apellidos por el de san José. En adelante se
llamará Mariana de San José.
En el convento se vive una vida de estrechez y de oración. Las
constituciones preparadas por el padre Antolínez y corregidas años después por
la madre Mariana hacen hincapié en la contemplación, en la vida austera.
Aumentan el tiempo de meditación y la frecuencia de la comunión, de las
disciplinas, de los ayunos y, sobre todo, aspiran a crear una auténtica vida de
comunidad.
La M. Mariana narra en su autobiografía los dones místicos, que ella
llama “misericordias”, con los que le regló el Señor: purificación sensible de su
corazón, manifestaciones internas, el matrimonio espiritual.
Un año después, la madre Mariana abre otro monasterio recoleto en Medina
del Campo y después otros en Valladolid, Palencia y finalmente la Encarnación
en Madrid.
Fachada del monasterio de las agustinas recoletas de Palencia, comunidad, entre otras, por ella fundado.
La reina Margarita de Austria, que la había conocido en Valladolid y
conocía también el estilo de vida que había establecido en sus monasterios,
pensó en ella para la revitalización del monasterio de recoletas de Santa
Isabel, fundado por san Alonso de Orozco. El monasterio
atravesaba un momento de crisis. Para ayudarle a superarla lo tomó bajo su protección
y pondría de priora a la madre Mariana, a quien confiaría también la
Encarnación, el monasterio nuevo que se proponía construir.
La M. Mariana estaba en Palencia cuando la llamó la reina para que fuera
a Madrid a donde llegó el 20 de enero de 1611. Pasó en Santa Isabel un año,
durante el cual recibió muchas veces la visita de la reina Margarita, que la
tenía como consejera espiritual. En junio de 1611 se pone la primera piedra del
monasterio de la Encarnación.
La M. Mariana y las que constituirán la comunidad de la Encarnación pasan
durante su construcción a la Casa del Tesoro, contigua al palacio real.
Desgraciadamente, la reina había muerto de sobreparto en octubre de 1611. Su
esposo, el rey Felipe III, se hace cargo de la construcción del monasterio,
donde se establecerá la madre Mariana con la comunidad en julio de 1616.
El rey, a imitación de su esposa, y muchos notables de Madrid y autoridades
eclesiásticas, incluido el nuncio de Su Santidad, visitan a la madre Mariana
para pedirle consejo. Tanta era su ascendencia entre la nobleza que no faltó
quien la acusó de ejercer mediante intrigas demasiado influjo en la familia real,
cosa absurda, pues la M Mariana huía de todo lo que supiera a política. Le
interesaban sólo las cosas de Dios.
Tenía gran ascendencia en la comunidad y en la gente que la visitaba, pero
conducía una vida austera y escondía los dones y las gracias místicas que Dios
le concedía.
Pasó en el monasterio de la Encarnación 22 años dedicada a la penitencia y
a la oración. Murió el 15 de abril de 1638. Los funerales se celebraron durante
nueve días con la asistencia del cardenal Spínola, de autoridades
eclesiásticas, comunidades religiosas, y “muchos grandes de España, títulos y
señores”.
Fue sepultada en la bóveda destinada a enterramiento de las monjas, y pocos
años después fue exhumada y colocada en un lugar más digno. En 1644 fue
reconocido su cadáver por tres médicos, que certificaron que estaba incorrupta.
A través de los años su cuerpo ha sido reconocido varias veces y todavía hoy se
encuentra incorrupto, es decir, momificado.
Espiritualidad de la M. Mariana de san José. Sus escritos
La madre Mariana fue ciertamente una gran asceta. Sus ansias de perfección
la incitaron siempre a mortificar sus apetitos y a elegir una vida austera:
largas horas de oración, mortificación en la comida y en el sueño, disciplinas.
Dios le concedió gozar de dones y gracias místicas, comunicaciones internas,
cambio de corazón, experiencias inefables, matrimonio espiritual. De todos
ellos habla en sus escritos, que indicamos a continuación, advirtiendo que los
títulos que señalamos entre comillas no proceden de su pluma.
Entre los escritos señalamos la “Autobiografía”, escrita por obediencia al
director espiritual; las “Cuentas de conciencia”; el “Comentario al Cantar de
los Cantares”; los “Ejercicios Espirituales y repartimiento de todas las horas”; los “Consejos
y máximas”; el Testamento” y las “Jaculatorias”; “Coplas” y “Oraciones”… a lo
que hay que añadir las más de 200 cartas conservadas.
Sus escritos y consejos la acreditaron como una de las más insignes
místicas del Siglo de oro español, comparable con
santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Ya en su tiempo, por su rica
personalidad y la profundidad de su doctrina se convirtió en punto de
referencia de los eclesiásticos más ilustres de Madrid, de los nobles e incluso
de los reyes, especialmente de la reina Margarita de Austria.
Varios escritores de teología espiritual citan sus escritos. Sobre todo el
padre siervo de Dios Juan González Arintero en sus obras de mística: La
evolución mística en el desenvolvimiento y vitalidad de la Iglesia,
Cuestiones místicas… y Exposición mística al Cantar de los Cantares.
En esta última obra cita a la madre Mariana en 84 páginas, y sus citas
llenan más de 30 páginas, de las 485 del libro.
Pronto serán publicadas las obras completas. Entre tanto puede consultarse
la Positio preparada para la Causa de Canonización.
Apenas fallecida la madre Mariana, su sucesora en el priorato de la
Encarnación pidió a todas las monjas de los diversos monasterios que habían
convivido con ella o la habían tratado que escribieran un informe sobre su vida
y virtudes. La finalidad de esos informes era recoger material para escribir su
vida y probablemente para iniciar más tarde la Causa de Beatificación. En poco
más de un año se reunieron 40 informes de monjas de los monasterios fundados
por la madre Mariana, informes muy completos y de gran valor, porque fueron
escritos en los años 1638-1639, es decir, casi inmediatamente después de su
muerte, por monjas algunas de las cuales habían convivido más de 20 años con la
Sierva de Dios. Con ellos publicó el licenciado Luis Muñoz la Vida de la venerable madre Mariana de San José. En ella
recoge la autobiografía de la madre Mariana y la mayor parte de sus escritos.
Se alcanzó una de las finalidades de las Informaciones, pero por diversos
motivos, entre los que podemos enumerar la humildad de la madre Mariana, que no
quería que quedase memoria de su persona, la pobreza del monasterio, el cambio
de la dinastía de los reyes, la dificultad en aquella época de tramitar una
Causa de beatificación, no se inició el Proceso. No obstante, la fama de
santidad de la madre Mariana no sólo no disminuyó sino que se fue extendiendo
cada vez más, sobre todo con la fundación de monasterios en varias regiones de
España y en México, que seguían las Constituciones de la madre Mariana.
A finales del siglo XX las monjas empezaron a pensar en serio en la
introducción de la Causa. En los años 80 del siglo pasado, una comisión de
historiadores nombrada por el Cardenal Mons. Enrique Tarancón, Arzobispo de
Madrid, comenzó a reunir los escritos de la Sierva de Dios.
En 1992 el monasterio de la Encarnación se constituyó en actor de la Causa
y nombró postulador al padre Romualdo Rodrigo, OAR. El 3 de abril del 1993,
Mons. Ángel Suquía, Arzobispo de Madrid, obtenido el “nihil obstat” de la Santa
Sede, nombró un tribunal y decretó la apertura del Proceso, que tuvo lugar en
la iglesia de la Encarnación el 27 de abril de 1993. Tres años más tarde, el 10 de julio de
1996 se celebró en el mismo lugar la sesión de clausura.
La foto de arriba: Mons. Cardena Ángel Suquía Goicoechea, arzobispo de Madrid de 1983 a 1994, y fallecido en 2006. Y abajo, el actual arzobispo de Madrid, Mons. Cardenal Antonio Mª Rouco Varela. Han sido bajo sus arzobispados se ha abiert y cerrado la causa de canonización a nivel diocesano.
Durante la instrucción del Proceso fueron interrogados 19 testigos
pertenecientes a las diversas ramas de la familia agustino-recoleta. Fueron
recopilados los escritos de la Sierva de Dios (algunos había mandado quemar la
madre Mariana) y una infinidad de documentos relativos a ella misma o a su
familia. Las actas del Proceso, recogidas en 10 gruesos volúmenes, suman 3.640
folios. Durante más de 10 años el padre Jesús Diez, OAR, ha proseguido investigando en decenas de archivos y recogiendo
más documentos. En 2007 fue presentada a la Congregación de las Causas de
los Santos la Positio o dossier de más de 1.300
páginas, donde se expone la vida documentada y virtudes de la Sierva de Dios y
se transcriben algunos escritos y documentos. Una comisión de peritos en
historia de la Congregación de los Santos aprobó la Positio en noviembre
de 2007 diciendo que la investigación había sido exhaustiva y que se aportan elementos
suficientes para el estudio de las virtudes.
El pasado 18 de diciembre del 2017 el Papa Francisco aprobaba las virtudes heroicas, declarándola venerable sierva de Dios y ya la Postulación general de la orden agustina recoleta está revisando varios milagros posible para una posible y cercana beatificación.
Libro en el que se data su biografía
Para favores, gracias, estampas, libros,... diríjase a:
MM Agustinas Recoletas
Monasterio de la Encarnación
Plaza de la Encarnación, 1
C.P. 28013 Madrid
Telf: 915 470 510
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